Se ha escrito mucho sobre el valor social del espacio público, pero dos libros son sin duda fundamentales para la discusión sobre las ciudades contemporáneas, El primero es “Streets for People” de Bernard Rudofsky (“Calles para la gente”, 1969) y el segundo “La humanización del espacio urbano”, escrito por Jan Gehl en 1971.
El límite entre el interior y el exterior en la arquitectura lo marcan las puertas de entrada a las casas. Pero habitamos más en las calles que dentro de nuestras viviendas. Mucha gente vive en casas muy pequeñas con apenas espacio para dormir, asearse y comer, todas las demás actividades las realizan en espacios públicos exteriores. En muchas ciudades la vida está en el espacio exterior más que dentro de la casa. Incluso hay quienes sacan sus muebles a la calle para estar más cómodos.
Las calles, plazas y parques públicos son complementos indispensables para una vida sana y comunitaria dentro de la ciudad. Los niños que viven en apartamentos, juegan en el parque, los adolescentes se reunen en las calles y plazas, los adultos socializan con sus vecinos y acuden a sitios públicos para divertirse y hacer deporte.
Durante la pandemia, por seguridad desgraciadamente hemos tenido que confinarnos dentro de nuestras casas y prescindir del uso del espacio público, lo cual ha dañando la estabilidad psicológica de gran cantidad de personas que han tenido que trabajar desde casa y ocuparse parcialmente de la educación de sus hijos. Los que han podido se han mudado al campo y otra minoría ha cambiado de casa a una más amplia que cuente con jardín, terraza o balcón. Pero la gran mayoría de la población ha debido adaptarse a la situación sin ayuda de nadie. Las consecuencias en el diseño urbano están aún por venir, pero seguramente el impacto de la situación actual será lento y marginal, aunque esperamos que sea para mejorar las condiciones de habitación y reforzar los lazos sociales. Quizá algunas de las ideas de Rudofsky y Gehl tengan más cabida al tenor de las circunstancias actuales.
Lorenzo Rocha