La ciudad es un campo de fuerza, cada actuación urbanística añade dinamismo al sitio donde se aplica. La coordinación de los esfuerzos de regeneración urbana es responsabilidad del gobierno de la ciudad. Si se deja de contemplar integralmente el impacto que un proyecto específico tiene sobre su entorno, el resultado será deficiente y será un fallo de quien ejerce el poder.
Desde hace varios meses está a discusión el polémico proyecto cultural para el bosque de Chapultepec. Hemos leído gran cantidad de opiniones, la mayoría muy bien fundamentadas, pero casi todas ellas en contra del proyecto. Existe un hecho que no ha sido mencionado hasta ahora, hace 5 años el artista Gabriel Orozco expresó su opinión acerca de la necesidad de crear un museo de arte contemporáneo en México, de la talla e importancia de los mejores museos del mundo. En su momento comentamos en este espacio que nuestra ciudad, además de tener infinidad de centros de arte actual, ya cuenta con un museo reconocido mundialmente, el Museo de Antropología, que si bien no exhibe arte moderno, es un foco de atracción turística y de actividad cultural de primer nivel.
Por otra parte, es importante tomar en cuenta la opinión del arquitecto Alberto Kalach, quien junto con otros expertos ha planteado desde hace muchos años la necesidad de apertura del bosque hacia su cara sur, para que beneficie a las colonias que se encuentran a todo lo largo de la avenida Constituyentes.
Lo que parece estar claro para todos es que el bosque se percibe como un bien cultural de la nación y como un área de preservación de la naturaleza, lo cual es verdad. Sin embargo, se debería abordar el proyecto regenerativo desde el punto de vista puramente urbanístico, en el cual las estructuras culturales y los elementos botánicos formarían parte de un proyecto urbano integral, sin que prevaleciera ninguno de ellos sobre los demás. Si se sumara el enfoque urbanístico a los demás intereses vertidos sobre el proyecto, sin soslayar su aspecto político, ya que toda obra pública es inevitablemente un acto político, los temas culturales y ecológicos se apreciarían desde una perspectiva mucho más productiva para la sociedad, que si solamente se considera a esta iniciativa desde dos de las partes que la componen.
Lorenzo Rocha
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