jueves, 27 de mayo de 2021

ENTORNOS HABITABLES

Se ha escrito mucho sobre el valor social del espacio público, pero tres libros son sin duda fundamentales para la discusión sobre las ciudades contemporáneas, El primero es “Streets for People” de Bernard Rudofsky (“Calles para la gente”, 1969), el segundo “La humanización del espacio urbano”, escrito por Jan Gehl en 1971 y el tercero es “Livable Environments” de Roland Rainer (1972).

Según el arquitecto austríaco Roland Rainer las crisis urbanas equivalen a las crisis medioambientales. En su libro “Livable Environments”escrito en 1972, Rainer aboga por una arquitectura de alta densidad y de baja altura, que contribuye a un urbanismo humanista. Las estructuras metropolitanas, las “ciudades del futuro”, ideadas como utopías modernistas se asemejan más a instalaciones técnicas gigantescas, como las refinerías petrolíferas, que a las ciudades habitables y humanas. 
Rainer crítica la construcción de vivienda mayor a seis plantas, ya que a partir de dicha altura, el espacio doméstico deja de gozar del contacto con el espacio arbolado exterior. El arquitecto sostiene que ni los edificios altos, ni las casas unifamiliares son eficientes para un desarrollo urbano sano, que coloque al ser humano en el centro de sus objetivos y le dé acceso a los espacios verdes suficientes para su desarrollo y bienestar social. El efecto deletéreo de la construcción en altura puede ser evaluado por su influencia en el bienestar psico-físico en las personas, sobre todo en los menores de edad. Las personas requieren de contacto con la naturaleza, no solamente en términos abstractos. En los tejidos urbanos de alta densidad, en los que se intercalan correctamente los espacios abiertos, se vive un ambiente soleado y ventilado, el cual combinado con unidades de habitación distinguibles, propician el medio más sano para la vivienda contemporánea. Dicho desarrollo horizontal propicia la utilización de medios de transporte ligeros, como el tranvía, el cual se ha utilizado con mucho éxito tanto en ciudades europeas como latinoamericanas.
Lorenzo Rocha 

jueves, 20 de mayo de 2021

DESIGUALDAD

Hoy más que nunca constatamos lo que el economista inglés William Morris afirmaba: “La desigualdad es aún peor que la pobreza”. Vemos en todo el mundo una distribución desigual de vacunas contra el Covid 19, mientras en algunos países sobran en otros casi carecen de ellas.

Las diferencias socio-económicas que existen entre el Norte y Sur globales, se verifican también al interior de las naciones, en las que existen desigualdades similares entre ricos y pobres y entre la vida urbana y rural. En México, la vida de las personas que cuentan con empleos fijos bien remunerados y habitan las zonas metropolitanas y las ciudades medias, se parece mucho a la realidad que prevalece en los países desarrollados. Simultáneamente en las periferias de las ciudades y en las zonas de difícil acceso, habitan enormes cantidades de personas desempleadas o con actividades informales, cuyas condiciones de pobreza los equiparan con sitios donde prevalece la miseria y marginación a gran escala. 
Por esas razones, los esfuerzos por conseguir un desarrollo urbano equitativo, con viviendas asequibles que se encuentren a distancias razonables de los centros de trabajo, es una tarea impostergable para nuestro gobierno y para la sociedad en su conjunto. 
Los arquitectos y urbanistas jugamos un papel importante en ello, al menos en cuanto a nuestros intereses y las discusiones que tenemos al respecto.  Como decía René Descartes: “A pesar de que nuestra consciencia no es la medida de las cosas y de la verdad, al menos debería ser la medida de aquello que afirmamos o negamos”.
Tanto en las escuelas de arquitectura, como en los medios de comunicación, los arquitectos y urbanistas estamos demasiado ocupados en comentar y discutir sobre la innovación tecnológica, las modas y las formas arquitectónicas, eludiendo los temas sociales. Incluso en foros como la Bienal de arquitectura de Venecia en su edición actual, bajo la dirección de Hashim Sarkis, a pesar de tener como título “Como viviremos juntos”, muchos pabellones, incluido el mexicano, presentan una apariencia estética formalista, más que un auténtico contenido social.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 13 de mayo de 2021

COOPERATIVAS DE VIVIENDA

Dentro de los factores que se discuten debido a la escasez de vivienda asequible en las ciudades mexicanas, se ha omitido el planteamiento de las cooperativas para la construcción de vivienda. En otros países como España y Uruguay es un modelo que ha alcanzado un notable desarrollo. Las cooperativas de vivienda son asociaciones civiles dentro de las que se agrupan personas que requieren de una casa o apartamento y que están dispuestas a aportar tiempo y conocimientos para su realización. Como son asociaciones sin ánimo de lucro, gozan de importantes ventajas fiscales y sus costos son reducidos, ya que no existen márgenes de ganancia para los socios.
El proceso que siguen estas cooperativas es en primer lugar la adquisición del suelo edificable, este es el paso más difícil, ya que para ello deben contar ya con los recursos para adquirirlo. Además el suelo urbano es uno de los bienes más codiciados en la ciudad, debido principalmente a su potencial lucrativo, asi que la competencia por el suelo es muy dura. 
Una vez que los miembros de la cooperativa han conseguido el terreno, deben trabajar en el proyecto, en la gestión de permisos y en los aspectos técnicos de la construcción. Si dentro de los socios hay personas con conocimientos legales, técnicos y prácticos es mejor, en caso de no haberlas, se deben contratar dichos servicios.
Después de ello, si la cooperativa tiene éxito con su proyecto, se pueden admitir nuevos socios que deben seguir los estatutos redactados en la constitución de la sociedad, que contemplan todos los casos y reglas de convivencia y cambios de situación de sus miembros. Esto tiene la ventaja, al igual que los actuales regímenes condominiales, de regular el uso y enajenación de las viviendas en asambleas legales y democráticas. 
Los arquitectos jóvenes en busca de nuevas oportunidades deberían tomar muy en serio estas opciones, al igual que los gobernantes de las ciudades, que están más preocupados por el mercado inmobiliario, que con las legítimas necesidades de las personas.
En Barcelona hay un ejemplo muy interesante de vivienda cooperativa llamado La Borda. Además de su innovador modelo de organización, aporta un uso de los materiales muy destacable. Este proyecto fue reconocido por la fundación Mies van der Rohe con el premio Simon en 2020.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 6 de mayo de 2021

CARTEL INMOBILIARIO

Desde el comienzo del actual gobierno de la Ciudad de México, se han denunciado numerosos actos de corrupción y se han señalado como responsables a empresas promotoras, altos funcionarios de administraciones anteriores e incluso notarios públicos.

Las actividades ilícitas de personas y empresas son sin duda reprobables, pero ello no valida un denuesto general a la actividad de los promotores inmobiliarios. Por ello, es a todas luces inadecuado llamar “cartel” al sector de la construcción de vivienda, ya que se equipara su actividad al de una organización criminal. La solución no es la moratoria en la aprobación de licencias de construcción y el freno al desarrollo de la vivienda de media altura y alta densidad, que es sin duda la más eficiente.
Los arquitectos e ingenieros debemos rechazar frontalmente a la corrupción urbanística y negarnos a colaborar en ninguna operación que implique irregularidades y sobornos, sea por parte de las autoridades como del sector privado. De otra manera, seguirán pagando justos por pecadores.  
El daño que la moratoria en la construcción está causando a la ciudad, va mucho más lejos que un castigo a los promotores, el principal perjuicio es para los habitantes, que han visto reducirse la oferta de vivienda con el consecuente encarecimiento del parque inmobiliario. Lo que las autoridades califican como “mano dura” contra la corrupción, no hace más que acentuar la escasez de vivienda en proximidad a las unidades económicas, alejando a la población de sus centros de trabajo y expandiendo la extensión urbanizada.
En 1972, el arquitecto austriaco Roland Rainer escribió “Livable Environments” (“Entornos habitables”), libro en el que demuestra que las catástrofes medioambientales se relacionan estrechamente con las crisis urbanísticas. Rainer sostiene que ni los edificios altos, ni las casas unifamiliares son eficientes para un desarrollo urbano sano, que coloque al ser humano en el centro de sus objetivos y le dé acceso a los espacios verdes suficientes para su desarrollo y bienestar social.
Lorenzo Rocha

 

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