EL DIBUJO

 

Le Corbusier prefería dibujar que escribir y decía: "El dibujo es más rápido y deja menos espacio para la mentira".

Hoy en dia se habla, quizá demasiado, de la inteligencia artificial, del pensamiento protópico y de otras cuestiones derivadas de la entrada radical de los medios informáticos en nuestra vida cotidiana y en casi todas nuestras actividades. Quizá por ello damos por hecho que las actividades físicas como caminar, correr y todo aquello que se relaciona con la motricidad y con la coordinación entre cuerpo y mente parecen haber perdido importancia.

Sin embargo, cantar, bailar y sobre todo dibujar, son rutinas que si se dominan mediante la práctica, se vuelven casi automáticas. El croquis arquitectónico, que toma infinidad de formas distintas, puede expresar sintéticamente ideas de enorme complejidad, tan solo con el trazo de una línea.

En las escuelas de arquitectura casi se ha olvidado la enseñanza y la práctica del dibujo a mano y es muy triste observar como los profesionales de la disciplina van perdiendo gradualmente esta habilidad a medida que van egresando de las escuelas las nuevas generaciones. Recordemos que el pensamiento y la mano están conectados de tal modo que existe una relación bilateral entre ambos. Así que no solamente se trata de producir bellos dibujos, sino de una forma de expresión no verbal que posee la capacidad de comunicar un orden totalmente distinto de ideas que lo que transmitimos mediante el discurso oral o escrito.

El dibujo más sencillo y al mismo tiempo más rico que conozco es el que hizo el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer para la "Casa de las canoas" en 1950. Se trata de un boceto compuesto prácticamente por una sola línea, casi sin levantar la pluma del papel, la cual en un solo trazo curvo expresa la idea de la casa. Otros arquitectos como Álvaro Siza también destacan por su sencillez y expresividad en los trazos, que no necesariamente son virtuosos, pero transmiten los conceptos de sus obras de manera directa y contundente.

Lorenzo Rocha