El pasado 15 de mayo se entregaron los premios Noldi Schreck, organizados por la revista Glocal. Este año se otorgaron dos premios especiales: Louise Noelle Gras por su trabajo académico y Óscar Hagerman por su trayectoria profesional.
El arquitecto mexicano, nacido en España Óscar Hagerman ha recibido un merecido reconocimiento por su trayectoria profesional. Entre sus trabajos destacan las sillas que ha diseñado sin ánimo de lucro, cediendo sus diseños a cualquier artesano que los pida. También se le ha reconocido su labor generosa trabajando por casi 50 años con comunidades de las sierras de Puebla y Oaxaca, de la mano con la asociación Cesder, para construir, casas, escuelas e instalaciones culturales, junto con sus habitantes casi siempre de los pueblos originarios.
El discurso de Hagerman fue extremadamente importante, se dirigió a los jóvenes y estudiantes para transmitirles dos ideas. La primera se resume en que “una silla es para sentarse, no para verse”. Explicó que la ergonomía incluye combinaciones de hasta 33 distintas medidas para garantizar la comodidad. También criticó muchas sillas premiadas actualmente las cuales: “se ve que son incómodas desde las fotografías”. La segunda idea de su discurso es aun más radical que la primera. El arquitecto hizo un llamado a los jóvenes para que se involucren en la vivienda popular. Declaró que en México el 47% de las viviendas son indignas y atribuyó esta situación a la incapacidad de las personas de bajos recursos para pagar los honorarios de los arquitectos. Instó a los profesionales a organizarse para trabajar colectivamente y dividir sus ganancias entre muchas personas, para que entre todos paguen sus cuotas y puedan tener acceso a la vivienda digna. Al mismo tiempo criticó la tendencia de los arquitectos mexicanos a trabajar exclusivamente para las clases poderosas desde el punto de vista económico y político.
Su discurso, pronunciado en la sala Torres Bodet del Museo de antropología, en el contexto de un premio que reconoce el diseño arquitectónico propio de la elite económica minoritaria del país, adquiere un significado aun más potente, ya que si bien se trata de un muy merecido y generoso reconocimiento, resalta el hecho de que todos los demás galardonados, salvo la doctora Gras, cobran honorarios y trabajan exclusivamente en proyectos de altos presupuestos, que los hacen inalcanzables para las clases populares mayoritarias.
Lorenzo Rocha
No hay comentarios:
Publicar un comentario