La Universidad de Venecia, en particular su departamento de cultura proyectual, el cual abarca las carreras de arquitectura, diseño y planificación territorial, comenzó en 2019 una nueva publicación de muy alta calidad, llamada “Vesper”.
Hacía tiempo que no aparecía casi nada nuevo dentro de las publicaciones de arquitectura, indudablemente “Vesper”, la revista semestral sobre arquitectura, arte y teoría de la Universidad de Venecia, presenta una visión fresca y renovada de nuestra profesión.
La descripción de la revista es en si misma un manifiesto renovador en cuanto al objeto central del diseño: “Vesper intenta leer el acto proyectual siguiendo y haciendo visible el movimiento de las transformaciones (…) Vesper declara por consiguiente, la adopción un punto de vista, más que un objeto, dando privilegio a la situación que define el estado del objeto ”.
De este modo, el diseño no es ya la producción de objeto sino su observación, se trata de palabras muy comprometedoras y contratantes con la educación que impartimos y recibimos en las demás escuelas de arquitectura, aquella centrada en los proyectos concretos.
Para la consecución de estos objetivos, destaca la imagen poética que se presenta en el párrafo introductor a la revista, una especie de elogio a la penumbra: “Mirando hacia el crepúsculo, el monto en el que la luz se confunde con la oscuridad y la fuente de energía que nos ilumina ya no es visible, (…) no está presente aquí la luz intensa del alba, que anuncia los días completamente nuevos y brillantes del futuro, sino aquella otra luz que permite entrever en la penumbra las posibilidades contenidas en lo existente.” Desde luego, los editores no escatiman en cuanto a profundidad filosófica y parecen no coincidir con lo que Giorgio Agamben describe como la ‘oscuridad de lo contemporáneo”.
Es sin duda muy útil incorporar la teoría y la reflexión filosófica a la actividad del diseño, ya que hoy en día todo lo que se produce debe tomar en consideración las condiciones de escasez de recursos y de riesgo ambiental. La escasez de agua, de vivienda digna, de suelo urbano, sumada al calentamiento global, a la contaminación del aire, de los afluentes y de los océanos, no combinan muy bien con un pensamiento proyectual que apunte al crecimiento ilimitado de las ciudades y de las infraestructuras de transporte, abastecimiento, ni a la explotación industrial indiscriminada de los recursos naturales, como la minería, la extracción de hidrocarburos y todo aquello que deriva del orden capitalista que consideró al planeta como una fuente inagotable de riqueza.
Lorenzo Rocha
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