La oposición entre lo que entendemos como “diseño” y “no-diseño” ha sido tratada muy a fondo por la arquitecta y teórica argentina Diana Agrest, según ella estos sistemas culturales se definen por su institucionalidad, por sus límites, por su especificidad y por los sujetos.
Los edificios son objetos que no son equivalentes a la cultura arquitectónica del mismo modo como las ciudades no son lo mismo que la cultura urbana. El diseño arquitectónico o urbano no es el sistema dominante en estos dos ámbitos, sino solamente uno de los sistemas actuantes. Otros sistemas que no implican diseños son por ejemplo, el sistema financiero, el sistema político y otros mas, que tienen igual o incluso mayor influencia sobre la naturaleza y la forma de las construcciones y de las metrópolis. Sin embargo, debido a que el valor simbólico del diseño es organizado y distribuido desde la élite cultural, es inevitable que los demás sistemas se vean afectados por éste.
A veces las personas y las instituciones, cuyo papel en las operaciones constructivas no se relaciona con el diseño, solicitan ciertos modo de hacer edificios y urbanizaciones según lo que han aprendido de la información disponible en internet, en las publicaciones y en el contexto urbano mismo. Sin embargo, esas imágenes, textos, videos e incluso los edificios mismos, han sido creados, promovido y difundidos por la industria cultural. Los demás actores involucrados en dichos procesos no tienen otras opciones de donde elegir que aquellas que los propios arquitectos, urbanistas, editores y fotógrafos les proporcionan.
Es ahi donde está muy claro el papel de los profesionales dedicados a la arquitectura, algunos de ellos desde luego son protagonistas de los procesos, se ocupan de diseñar y construir, pero son la minoría, los demás se ocupan de fotografiar, publicar y comentar los proyectos.
Este es un proceso dialéctico en el que las causas y consecuencias de lo real son cíclicas, o mejor dicho, indisociables. Producimos los objetos, los difundimos y al mismo tiempo nos vemos obligados a cumplir con los parámetros de calidad que los colegas o nosotros mismos hemos establecido. Hace un par de décadas el publico no hubiera aceptado ciertos elementos arquitectónicos, materials y formas que ahora exige en los nuevos proyectos.
Lorenzo Rocha
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