jueves, 2 de mayo de 2024

FIN DE LA ENSEÑANZA

 

Alberto Pérez Gómez pronunció una muy importante conferencia la semana pasada en la Facultad de arquitectura de la UNAM, en ella habló de que es inútil enseñar a hacer proyectos a los alumnos.
La reunión numero 110 de la Asinea (Asociación nacional de instituciones de enseñanza de la arquitectura de la República Mexicana) que se llevó a cabo la semana pasada en la Facultad de arquitectura de la UNAM, trató el tema del papel de las escuelas en el futuro de la profesión arquitectónica. Los organizadores comunicaron al público el dole sentido de la palabra “fin”, que puede ser final y también finalidad u objetivo.
En mi intervención, que presenté como comentario a la conferencia del arquitecto Alberto Pérez Gómez titulada "El futuro de la enseñanza de la Arquitectura”, hablé de que en mi opinión el futuro de la educación está estrechamente ligado al futuro de la imaginación.
Los arquitectos participamos solo en una décima parte de las operaciones de construcción, el resto las hacen los ingenieros, administradores o los mismos habitantes que contratan albañiles. Sin embargo, nosotros somos los únicos que nos ocupamos de darle valor simbólico a las construcciones. Organizamos debates, conferencias y visitas a los edificios, una vez que concluimos algún edificio, lo mostramos y publicamos en la mayor cantidad de medios. Somos los responsables de lo que llamamos “cultura arquitectónica”. Lo más importante de ello es que dicha cultura, que se compone de las directrices que validan o bien limitan la producción de objetos que se identifican con una nación o comunidad den un lugar determinado, se genera en la élite académica pero se decanta hacia la base. Por ello, aunque solo construimos una de cada diez casas, las nueve restantes se diseñan y ejecutan según los valores culturales que nosotros generamos.
Por estos motivos, seguimos siendo profesionales útiles a la sociedad. Si  embargo, las escuelas de arquitectura siguen entrenando a sus alumnos para construir casas y edificios, descuidando su capacidad teórica y crítica, que es la que en mi opinión es más útil para elaborar discursos arquitectónicos. Nuestra escuela en la UNAM, comenzó dentro de la Academia de Bellas arte de San Carlos, después se mudo a la ciudad Universitaria a u costado de la facultad de ingeniería. Lo más probable es que en el futuro se termine instalando del otro lado del campus, junto a la Facultad de filosofía y letras.
Lorenzo Rocha

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