Cuando los mapas y planos incluyen hipótesis que interpelan o cuestionan las realidades representadas en ellos, podemos entonces hablar de ellos como formas críticas de cartografía.
En realidad todos los mapas son subjetivos, en tanto que son representaciones abstractas de las características físicas de los territorios. Los cartógrafos se han dedicado por siglos a producir dibujos que sirven para orientar a las personas en el espacio, desde los planos topográficos, las cartas de navegación, las distintas proyecciones geométricas, hasta los simples esquemas que nos ayudan a encontrar nuestro camino en las calles o en el metro, son instrumentos tecnológicos indispensables para conocer nuestra ubicación.
El territorio no es el mapa, como el tempo no es el reloj, ambas son dimensiones espaciales y temporales que comprendemos desde nuestra propia escala humana, sin embargo, dentro de la imaginación colectiva las figuras que aparecen en los mapas, las formas de los distintos países, islas y continentes, han llegado a sustituir nuestra noción del territorio al que representan.
Es muy frecuente que estas figuras aparezcan como logotipos que anuncian o representan situaciones que involucran a los territorios a los que representan.
Muchos artistas han utilizado formas similares al mapa de la República mexicana para sus obras, tanto de modo literal como abstracto. Unas obras simplifican la forma de nuestro país casi a una sola linea sinuosa y en otras aparece en su dimensión total.
Por ejemplo el fotógrafo Mauricio Alejo, especialista en crear o encontrar situaciones peculiares en su entorno, notó una grieta en el pavimento que coincidía con la linea de la frontera norte de México, como si la frontera fuera una falla geográfica que divide a nuestro territorio de nuestros vecinos del norte.
El campo de la abstracción estimula la creatividad tanto de los técnicos, como de los artistas que utilizan los objetos cotidianos para abrir nuestro panorama de la realidad.
Lorenzo Rocha