jueves, 27 de febrero de 2025

MALPAÍS

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra Malpaís significa: campo de lava reciente, con una superficie tortuosa, estéril y árida, una connotación negativa que alude a un terreno aparentemente infertil e improductivo.

El volcán monogénetico Xitle ubicado al sur de la cuenca de México tuvo su única explosión aproximadamente el el año 200 d. C. Su lava se precipitó hacia su ladera norte y cubrió aproximadamente 80 kilómetros cuadrados, los cuales quedaron sepultados por la roca basáltica, creando un paisaje estéril que con el tiempo fue repoblándose de flora y fauna y actualmente conocemos como Pedregal de San Ángel.
Este paisaje atrae la atención de los geólogos y biólogos por sus características particulares que lo hacen similar a otras regiones que también han tenido actividad telúrica similar, como las Islas Canarias, Indonesia o Hawai. Dichos lugares nos muestran como los eventos naturales como las explosiones volcánicas y los terremotos son capaces de acelerar en pocos días procesos geológicos que de otra manera tomarían miles de años.
Por estos motivos, los humanos debemos respetar el equilibrio ecológico de áreas como estas, ya que se pueden considerar como vestigios antiguos que contienen una gran diversidad que debe estudiarse científicamente.
En el caso de la ciudad de México, el área del Pedregal comenzó a urbanizarse en los años 1940, primero con el fraccionamiento Jardines del Pedregal y más tarde con la Ciudad Universitaria. La revalorización de los terrenos de esta zona ha hecho que en tiempos recientes los promotores y constructores estén muy interesados en seguir esta densa urbanización, en detrimento del equilibrio ecológico del lugar.
Estos hechos dan aun más importancia a la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, creada por la UNAM en 1983, la cual cuenta con una superficie de 730 hectáreas, menos del diez por ciento de lo que originalmente fue cubierto por lava, lo cual apunta a la importancia de preservar este terreno “intacto” y que no se construya más sobre él.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 20 de febrero de 2025

INTENCIONES

Las empresas y muchas organizaciones civiles publican abiertamente sus misiones y visiones, tanto en sus perfiles públicos como en sus páginas de internet. Esta sana práctica no existe muy frecuentemente en las oficinas que prestan servicios de arquitectura.
Entre arquitectos y arquitectas, no es muy frecuente la exposición clara y transparente de nuestras intenciones como individuos o miembros de un grupo. Esto se debe en gran medida a la necesidad de permanecer abiertos a cualquier oportunidad que se nos presente, que de no coincidir con la declaración de nuestras intenciones profesionales, nos dejaría sin posibilidades de participar en el encargo o concurso.
Las intenciones de una oficina no deben ser necesariamente fijas e inamovibles, pueden actualizarse periódicamente según lo que sus miembros requieran.
La costumbre de expresar las intenciones de la firma, está más extendida en los Estados Unidos que en México, en parte esto se debe a que los despachos estadunidenses funcionan más como corporaciones profesionales que los mexicanos. Por ejemplo, la oficina Handel Architects cita en su página a Rynosuke Satoro: “Individualmente solo somos gotas de agua, juntos somos un océano”. Con ello expresa su método, el cual promueve el trabajo en equipo. 
La firmas mexicanas más grandes, también acostumbran definir sus posturas. Por ejemplo, Sordo Madaleno arquitectos, declaran en su página: “Como arquitectos y pensadores estratégicos, estamos inspirados en producir ambientes centrados en lo humano.” Por su parte, el despacho Legorreta afirma en su filosofía: “El mundo está dominado por la tecnología y la información, por eso consideramos que la arquitectura debe tomar ventaja de ambas para realizar construcciones que nos permitan ser mejores seres humanos.” En ambos casos vemos un énfasis en un humanismo dirigido al beneficio de las personas que habitan sus edificios. En general se percibe en estas declaraciones un énfasis en el bienestar de sus habitantes y la mejora de los contextos urbanos en los que se localizan, muy buenas intenciones, sin duda.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 13 de febrero de 2025

ESPACIO GENÉRICO

En 1995 el arquitecto holandés Rem Koolhaas publicó el libro “S, M, L, XL. Dentro de esta obra icónica, se encuentra un manifiesto sobre la pérdida de identidad urbana titulado “Generic City”, que plantea una ruptura entre la sociedad y la historia.
Hace tiempo que el progreso tecnológico de la construcción no ha jugado un papel protagónico en el desarrollo arquitectónico vanguardista. Ha habido una aceptación tácita de la naturaleza homogénea de los espacios habitables. Las tiendas, oficinas, aeropuertos y restaurantes por todo el mundo ha recurrido a una misma solución constructiva: la estructura ligera de acero, recubierta de materiales aislantes y un diseño interior flexible y artificial. Esto es lo que conocemos como espacio genérico, el cual solo se diferencia y adquiere una cierta identidad a partir de las variaciones que los arquitectos de interiores le otorguen.
También ha proliferado el uso readaptativo de las estructuras flexibles cuyos usos han caído en la obsolescencia. De este modo, antiguas sedes de dependencias gubernamentales o de empresas que han cesado sus actividades, cada vez se utilizan más para exposiciones de arte e incluso para eventos sociales.
La semana pasada, nuestra ciudad se vio materialmente inundada de personas interesadas en el arte contemporáneo. A partir de la feria MACO, han surgido múltiples eventos que reúnen a artistas que se agrupado para promover su trabajo. Me pareció significativo que Clavo, una asociación que se ha ido consolidando con los años, eligió llevar a cabo su propia feria en las instalaciones de la antigua Escuela Técnica del Sindicato Mexicano de Electricistas, un edificio moderno de los años setenta del siglo pasado, que cuenta con espacios fácilmente adaptables que podría bien considerarse como un paradigma de lo genérico. Sin embargo, la presencia de las piezas de arte y sus creadores en su interior tuvo la capacidad de re significar la esencia de un edificio que cayó en desuso y el modo que los artistas pudieron adaptar este espacio a un uso radicalmente distinto del original, sin que existiera ningún impedimento para el correcto desarrollo de sus actividades. Más aun, el supuesto anonimato del espacio contribuyó positivamente a la experiencia sensorial. 
Lorenzo Rocha

 

jueves, 6 de febrero de 2025

ALTÉPETL

El mito maya de la creación del mundo, tal como se narra en el Popol Vuh, la recopilación clásica de textos sobre la cosmogonía mesoamericana, consiste en la creencia de que después de la creación de la tierra, su entera superficie estaba cubierta por agua.


La noción mesoamericana sobre la esencia del territorio, su relación con la mitología y sus representaciones, resulta de su concepción del Altépetl, cuya etimología es “montaña de agua”. Según este maravilloso difrasismo, todo lugar ocupado por un grupo humano, resulta de su origen como tierra que emergió del agua, representada por una deidad y correspondiente a su toponímico. De ese modo, las palabras que sustituyen a la raíz Al, nombran las tierras y montañas contenidas en el término Tépetl.

Dichos territorios, organizado en torno a los Calpulli las unidades de explotación agrícola y gobernados por los Tlatoani o los representantes de la deidad particular, tuvieron su mayor auge desde la fundación de Tula en el año 1168 hasta la fundación de la gran Tenochtitlán en 1321, capital del llamado “Imperio Mexica”, que no fue más que la organización tributaria de múltiples Altépetl: la Triple Alianza entre los territorios de Texcoco, Tenochtitlán y Tlacopan, gobernados por Moctezuma Xocoyotzin.

La representación pictográfica de los tres Altépetl que formaron a la Triple Alianza alude a los toponímicos de los tres territorios que lo componen, los cuales son de gran riqueza expresiva dentro de la cosmogonía mesoamericana, con los dibujos que las distinguen en particular, en los cuales las montañas se colocan por encima de las entrañas de la tierra y debajo de ellas, se encuentra el agua de la cual emergieron. Dichas representaciones se elaboraron según las características étnicas, políticas y culturales de las poblaciones que las componen. Este dibujo forma parte del Código Osuna, realizado en el año 1565 durante el virreinato de Luis de Velasco. En documentos como éste, que sobreviven hasta ahora, se puede constatar un orden territorial muy complejo en el que no se distingue con claridad ninguna separación entre lo que hoy entendemos como gobierno y religión.

Lorenzo Rocha

 

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