En inglés existe un término interesante llamado “Artwashing”, que se refiere a los procesos en los que el arte es utilizado para atraer la atención del público con alto poder adquisitivo, de modo que adquiera otros productos comerciales e invierta en bienes raíces.
La presencia de artistas en cualquier barrio urbano, ha tenido desde hace décadas un efecto que ha tendido hacia el aburguesamiento de dichos barrios. En principio es posible que los artistas se interesen en mudarse a alguna zona específica de la ciudad por razones económicas y por las características de los espacios que esta ofrece. Al poco tiempo, les siguen otros negocios como las cafeterías, las galerías de arte y otros similares, los cuales provocan un alza en los precios de los alquileres. Este fenómeno los va obligando a buscar otra localización más accesible, dejando atrás un efecto económico de aburguesamiento involuntario.
La realidad es que los promotores inmobiliarios y los empresarios del comercio y la restauración son muy hábiles para captar y capitalizar el potencial financiero de las actividades creativas. Supongamos que en sentido estricto no se trata de efectos negativos en sí mismos, sino una forma de explotación y aprovechamiento de inercias que transforman el trabajo cultural en un reclamo publicitario y de ese modo lo desvirtúan,
El reto sería que los artistas crearan mecanismos para defender su trabajo contra la depredación y explotación comercial indebida. Sobre todo deberían cuidar sus intereses y no permitir que quienes tienen mayor poder adquisitivo los utilicen para sus fines sin que les garanticen que a cambio de ello podrán mantener su estabilidad financiera y beneficiarse también del efecto atractivo que ejercen sobre la ciudadanía. Se trata en resumen de modelos contractuales que permitan que quien invierte en la producción artística y obtiene beneficios secundarios de ellas, se comprometa a repartir sus ganancias de manera justa con quienes han contribuido a generarlas. No cabe duda que la presencia de actividades creativas aumenta la plusvalía del suelo urbano y este factor no debe ser utilizado de manera engañosa ni abusiva, la cual además repercute a largo plazo negativamente en el propio barrio que la originó. El caso más claro de ello es la “Zona Rosa” de la ciudad de México.
Lorenzo Rocha
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