En una mesa de discusión en el Museo experimental El Eco, organizada por el grupo “Colateral” se plantearon una serie de preguntas acerca del futuro de la ciudad y de la educación arquitectónica universitaria.
Preguntarse sobre el futuro es una costumbre muy extendida en todo tipo de discusiones sobre arquitectura, urbanismo y medio ambiente. Es una preocupación legítima ya que las disciplinas proyectuales se ocupan de la creación de escenarios posibles que se planean a corto y mediano plazo y que en algunas ocasiones se llevan a cabo.
Por otra parte resultan más escasos los cuestionamientos sobre las acciones que realizamos en el presente y sus consecuencias inmediatas. Quizá eludimos hablar de ello porque implicaría un compromiso de nuestra parte, la defensa de nuestras convicciones y un probable cambio de actitud que resultara en la renuncia a ciertos hábitos y beneficios de los que no deseamos prescindir.
Resulta entonces más cómodo y conveniente discutir sobre un futuro abstracto en el que podamos verter nuestras esperanzas de que los problemas que estamos generando en el presente, los resolverán nuestros descendientes. Hay una ironía implícita en el lugar común de la frase: “los jóvenes son el futuro de la humanidad”.
Me imagino a los niños mexicanos de los años 1950 que son ahora ancianos. La expansión desmedida de la ciudad de México, la enorme producción de automóviles, la dependencia absoluta en la energía derivada de los combustibles fósiles y muchas acciones que la sociedad y los gobiernos de hace 70 años se justificaron como elementos para la construcción del futuro de nuestra metrópolis y de sus jóvenes, pensando que el progreso técnico y la industrialización garantizarían un bienestar para la siguiente generación, trajeron como resultado nuestra realidad actual.
Ahora estamos pensando en que debemos “descarbonizar” a la economía urbana, en el reciclaje, en reducir el consumo y generar menos desechos, justamente lo contrario de lo que nuestros padres hicieron. Es probable que no lo consigamos, que la sustentabilidad sea incompatible con el sistema económico capitalista. Los humanos siempre deseamos que el futuro sea mejor que el presente, pero muy frecuentemente nos desviamos de nuestros objetivos a cambio de beneficios inmediatos.
Lorenzo Rocha
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