jueves, 21 de enero de 2010

DISCIPLINA O CONTROL


El ser humano es el único animal capaz de autodomesticarse. Los humanos nos dividimos el uso del suelo (urbano o rural) mediante bardas, cercas y toda suerte de límites físicos. Pero también estamos rodeados de límites morales o psicológicos en la forma de leyes, convenciones sociales, reglas de cortesía, remordimientos, culpas y otras tantas normas.

Dentro de estos mecanismos y particularmente en los que aplican al espacio urbano, hay que distinguir aquellos que derivan del control —que normalmente se aplican por medio del Estado y sus sanciones— de los que se imponen por la autodisciplina. Mientras que las infracciones al reglamento de tránsito son coercibles mediante las multas o las grúas, y por lo tanto responden a un mecanismo claro de control policiaco, el hablar bajo en lugares públicos o estornudar con un pañuelo en la boca no son controlables legalmente y deben someterse al criterio y disciplina personal.

También hay una distinción entre control respecto al desarrollo inmobiliario. A pesar de que el uso del suelo urbano es estipulado por los planes de ordenamiento vigentes, los estilos arquitectónicos fuera de las zonas de conservación patrimonial son imposibles de controlar. Hace algunos años discutía con la directora de la Fundación Barragán sobre lo que ella consideraba como deterioro arquitectónico del fraccionamiento Jardines del Pedregal. Yo sostenía que si dicho desarrollo fue realizado como un negocio inmobiliario, era natural que cada persona que comprara un lote fuera libre de construir su casa al estilo que más le complaciera. Por su parte ella sostenía que el Estado debía de controlar las edificaciones para que todas respondieran a los designios de su autor, el arquitecto Luis Barragán. Ahora que el acceso al fraccionamiento es ya irreconocible, flanqueado por edificios de gran altura con cristaleras de espejo, la escultura de Mathias Goeritz se ha vuelto invisible y ha perdido su escala. Quizá, los arquitectos en la Ciudad de México deberíamos ser más disciplinados y no esperar a que sean necesarios los mecanismos de control.

Lorenzo Rocha

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