jueves, 3 de marzo de 2011

MODA VERDE


Una moda es, literalmente, tal como dice la propia palabra: un modo de hacer las cosas. En sentido estricto, la palabra moda no denota un contenido positivo, ni negativo, sino solamente una tendencia. La cuestión se complica cuando rastreamos su contexto histórico: moda también es manera, y esta referencia nos remite inevitablemente al manierismo en el arte europeo posterior al renacimiento, un movimiento que goza de poca popularidad y cierto aire de decadencia. Las maneras renacentistas, que eran una especie de micro-estilos, devinieron en anatemas, cuando el barroco arrasó con el clasicismo renacentista.

La arquitectura está estrechamente ligada a la moda, como todos sabemos, ahora el verde está de moda. Diariamente vemos algún proyecto o edificio que incluye en su diseño, de forma ostentosa, algún elemento vegetal. Si bien la arquitectura verde ha adoptado su lema por una tendencia hacia el equilibrio ecológico, una reflexión a nivel ligeramente más profundo, nos llevaría a comprender que lo verde no siempre es sinónimo de lo ecológico.

Tomemos un ejemplo sencillo, cualquier camellón ajardinado de una avenida o bulevar urbano. A simple vista, nos puede parecer una contribución valiosa al equilibrio ecológico, sobre todo en las metrópolis como la nuestra, donde predominan el cemento y el asfalto. Pero los árboles, flores y hierba de un camellón requieren un gasto en agua potable o tratada para riego, sin contar la contaminación que produce su mantenimiento (por la gasolina de podadoras y pipas que se utilizan para mantenerlo) que seguramente arrojaría un balance negativo contario al equilibrio que persigue. Si, en cambio, se utilizaran plantas endémicas para el diseño de los parques y jardines urbanos, probablemente serían mucho más benéficos para el medio ambiente, la desventaja radica en que si estas plantas no son las que normalmente asociamos con las áreas verdes, su valor simbólico quedaría anulado y, por ende, sus beneficios no serían percibidos por la población. Entonces, el valor de la arquitectura verde, como cualquier otra moda, no radica en su fundamento, sino en su aplicación reflexiva.

Lorenzo Rocha

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