jueves, 22 de diciembre de 2011

CASA DE PIEDRA


El Valle de Guadalupe, en Baja California, es un lugar geográfico sobresaliente. Su clima mediterráneo y su cercanía con el océano Pacífico crean las condiciones idóneas para la cosecha de la vid y el olivo. El vino y el aceite de esta región tienen una tradición de más de 120 años que ha permeado profundamente en su identidad local.

En el valle existen productores importantes como los viñedos Santo Tomás o la fábrica L. A. Cetto por ejemplo, que son responsables de la mayor parte de la producción vinícola a nivel local y nacional. En los años más recientes se han establecido gran cantidad de pequeños productores que están transformando el paisaje social de la región.

Entre los jóvenes enólogos que trabajan en el Valle de Guadalupe, destaca sin duda Hugo D’Acosta, quien tiene varias décadas residiendo en Ensenada y por tanto conoce a fondo las mecánicas rurales y económicas del lugar. D’Acosta ha utilizado creativamente su conocimiento del proceso enológico y se ha sensibilizado en los aspectos humanos, lo cual le ha permitido llevar a cabo una labor innovadora que le está insuflando nueva vida al valle. Para ello, se ha vinculado con su hermano, el arquitecto Alejandro D'Acosta, creando un vínculo muy virtuoso entre la arquitectura y el reciclaje de materiales industriales.

Entre estos proyectos, vale la pena mencionar la Casa de Piedra, una propiedad que apenas supera la hectárea de superficie cultivable, pero que produce uno de los más notables vinos de la región, el Vino de Piedra. Es inevitable hacer notar la paráfrasis que contiene el nombre de la heredad, que guarda similitud con el famoso Château Pétrus, situado en la localidad de Pomerol, en Francia. El nombre no es la única coincidencia entre ambos fundos, ya que su homólogo francés también comenzó en el siglo XVIII con una propiedad relativamente pequeña (unas 7 hectáreas), pero la calidad de sus caldos la elevó hasta convertirse en una de las casas vinícolas más importantes del mundo.
Casa de Piedra combina el diseño arquitectónico con un estupendo producto, lo cual la convierte en una experiencia plena de estímulos multisensoriales muy atractivos para el visitante. La industria vitivinícola de Baja California está mostrando un crecimiento notable con ejemplos como éste.
Lorenzo Rocha

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