jueves, 9 de febrero de 2012

ANTIGLOBAL


Siempre me ha causado gran confusión la idea de globalización, mundialización, aldea global, o como se prefiera llamar a dicho fenómeno de homogeneización de la cultura. Quizá me cuesta trabajo entenderlo, o prefiero no hacerlo, pero pienso que a pesar de que el comercio, el vestido, la alimentación y muchas otras costumbres humanas se repitan en casi todas las latitudes del orbe, siempre será diferente la vida cotidiana en cada lugar donde nos encontremos.

Por la misma razón, antes de declararme en contra de la globalización tendría que ser capaz de definir qué es exactamente este fenómeno. Muchas personas que se definen como antiglobalistas, pasan grandes apuros para definir con precisión contra qué situación específica se manifiestan. De hecho, paradójicamente uno de los movimientos sociales que en los últimos años se ha extendido simultáneamente en más países en todos los continentes del planeta es precisamente la antiglobalización.

Saskia Sassen, la célebre socióloga holandesa, hace un interesante enunciado en su libro “La ciudad global”, el cual traduzco a continuación: “La ciudad global es la zona fronteriza donde las antiguas espacialidades y temporalidades de las identidades nacionales se contraponen con las nuevas identidades globales”. Es cierto que la velocidad y cantidad en el flujo de información ha cambiado la percepción del tiempo y el espacio en los tiempos más recientes. Sin embargo, el concepto más interesante del enunciado de Sassen es el concepto de “Zona fronteriza”, la globalización ha creado sin duda una pérdida de parte de la identidad local, convirtiendo a los ciudadanos en habitantes de una frontera donde han perdido sus características distintivas culturales y se han vuelto personas que solamente se identifican con otras en su misma situación. El habitante fronterizo no se puede definir a sí mismo como ciudadano de uno u otro lado de la frontera, sino habitante de la frontera misma. Esto es algo de lo que en realidad muy pocos nos podemos sustraer, sobre todo si somos pobladores de las urbes contemporáneas.

Lorenzo Rocha

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