jueves, 22 de marzo de 2012

HECHOS URBANOS


La creación de las ciudades es un fenómeno económico, todas las ciudades fueron fundadas porque la geografía de los lugares propició su desarrollo comercial o industrial. Casi todas las ciudades tienen acceso directo a los acuíferos para su abastecimiento, también su proximidad a los ríos, mares o lagos son factores que en tiempos antiguos contribuían a facilitar el transporte y el comercio marítimo o fluvial. Después de su fundación, la población de las ciudades añade elementos simbólicos como el poder político o religioso y por último, la ciudad provee los servicios para sus habitantes. De este modo se puede resumir, quizá demasiado brevemente, el desarrollo general de las concentraciones humanas.

El proceso de transformación urbana y el crecimiento de las ciudades son fenómenos de enorme complejidad e imperceptibles en períodos de tiempo cortos como un año o un lustro. Pero también hay momentos puntuales en los que se aprecian cambios dramáticos en la morfología urbana, como en los casos de las epidemias, los desastres naturales o las guerras. Todos los anteriores, considerados como hechos urbanos reconocibles, no son en esencia distintos de los demás procesos que transforman a la ciudad, pero sí permiten a los historiadores fijar algunas piedras miliares en su desarrollo.

La Ciudad de México cambia diariamente, si una persona pasa algún tiempo fuera de ella, es muy probable que cuando vuelva a su barrio habitual se encuentre que algunos de los comercios y restaurantes a los que solía acudir han cerrado, o que quizá donde se encontraba la calle por la que transitaba ahora exista un paso a desnivel, o que algún río cercano a su casa haya sido entubado y ahora en su lugar se encuentre un parque o una nueva avenida. Podríamos decir que este género de hechos urbanos constituyen el lugar subjetivo de cada persona, ya que cada uno de los habitantes de la ciudad tiene distintos modos de recordar un mismo espacio y si no se cuenta con fotografías es muy complicado que toda la gente se ponga de acuerdo cómo solía ser tal calle o plaza. En cambio un hecho puntual como un terremoto, a pesar de las miles de historias distintas que cada habitante puede contar al respecto, es un suceso que da un sentido de cohesión o se puede decir que es constitutivo de la memoria pública. Desgraciadamente la población urbana es más susceptible a recordar con claridad las catástrofes que los momentos de fiesta o júbilo y los monumentos no son contribuciones muy productivas para la memoria colectiva de un hecho histórico en particular.

Lorenzo Rocha

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