jueves, 14 de febrero de 2013

ARTE Y ARQUITECTURA

A menudo leemos esta frase coloquial, sin reparar en el hecho de que se trata de un pleonasmo. La arquitectura es una de la bellas artes, no es necesario hacer una distinción en entre ésta y las demás artes. Sin embargo, cuando he tenido la oprtunidad de trabajar para algún museo o galería, construyendo espacios efímeros o didácticos, ha surgido invariablemente la ambigüedad implicita en la arquitectura. La polémica comienza cuando se discute la funcionalidad de la construcción, como si las otras artes como la pintura, la escultura o la fotografía carecieran de una finalidad útil. Las necesidades humanas se manifiestan en múltiples niveles que van desde la satisfacción de funciones simplemente fisiológicas, hasta otras más complejas como las necesidades psicológicas o simbólicas, que aparecen simultáneamente con aquellas que son corporales. La necesidad del arte es un tema muy discutible en todas sus aristas, pero es innegable que todo ser humano necesita incorporar el gozo estético a su vida cotidiana. No conozco a nadie que no escuche música o tenga colgado en su pared al menos un cartel o una fotografía sólo para disfrutarla mediante la vista.

En ese sentido, todas las personas están involuntariamente en contacto con la arquitectura como arte. Es verdad que cuando buscamos una casa lo primero que nos importa es la protección del frío o del calor y que en ésta existan elementos funcionales como los baños y las cocinas. Pero el confort no es la única motivación que nos guía para elegir nuestro espacio vital. Nos importan igualmente las vistas, la luz natural y la forma general del lugar donde habremos de vivir, todos tenemos algun estilo o época predilecta con la cual nos sentimos identificados o sentimos algun tipo de atracción, esta motivación toma en cuenta sin duda valores simbólicos y estéticos más alla de solamente contemplar los aspectos físicos.

El artista estadunidense Donald Judd, escribió en 1987 un texto que se titula justamente “Art and Architecture”, en el cual discutía la relación entre ambas formas de arte y acerca de los términos mediante los cuales un edificio cualquiera puede ser resignificado mediante su readaptación, a veces quitando aquello que le estorba y no le permite ser considerado como objeto artístico. Lou Anne Greenwald, curadora del Mak Center for Art and Architecture de Los Angeles escribió en 2003: “Si se construye un espacio, la gente lo habita y después desaparece sin dejar rastro, ¿se trata de arquitectura o arte?” y la propia autora responde: “Quizá la respuesta no tenga importancia”.

Lorenzo Rocha

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