La creciente producción de casas en condiminio y apartamentos en la ciudad de México, ha dado lugar a cambios importantes en el ejercicio local de la profesión de arquitecto. La construcción de edificios habitacionales en los barrios centrales y períféricos de nuestra ciudad, se ha convertido en un instrumento de inversión que compite en sus dividendos con los intereses bancarios y bursátiles. Conceptos como la preventa, la plusvalía y el retorno del capital invertido, han eclipsado totalmente a los valores arquitectónicos de la vivienda metropolitana contemporánea. El proyecto ha pasado a segundo plano, su valor se igualado a cero, ya que muchos promotores inmobiliarios lo ofrecen gratuitamente, lo cual ha permitido prescindir de profesionistas calificados para diseñar las viviendas. Hoy en día, trabajan en el gremio de la construcción muchos más contadores, abogados e ingenieros, que arquitectos. Los espacios habitables se han convertido en fórmulas matemáticas que persiguen la optimización del uso del suelo y la maximización de los metros cuadrados y cúbicos, por encima de la calidad espacial de las viviendas. Sus vistas, áreas verdes, materiales y texturas están supeditadas al cálculo económico y son consideradas como elmentos de lujo. Una vivienda mínima prescindirá en primer lugar de las condiciones fundamentales de privacía, ventilación, iluminación y confort, en pos de hacerla lo más eficiente posible y de conseguir industrializarla al máximo para aumenar la ganancia en su comercialización.
El bien más escaso en las colonias centrales de la ciudad es el suelo edificable, por lo cual, se recurre a la adquisición y demolición de casas y edificios viejos, lo cual representa también un peligro para la conservación del patrimonio artístico-arquitectónico de algunas colonias cercanas al centro de la ciudad. Otro recurso capital en la promoción inmobiliaria es el tiempo, ya que el inversionista requiere un retorno rápido del dinero invertido. Un desarrollo inmobiliario que tarda en venderse más tiempo del calculado, fracasa porque el dinero habría dado mejores rendimientos si se hubiera conservado en el banco o mediante otro instrumento de inversión más rentable.
La producción del espacio habitable en una ciudad como la nuestra, ha dejado finalmente de ser una cuestión en manos de los arquitectos, los demás factores económicos han suplantado a la profesión dejando a la arquitectura como una actividad relegada al campo del estilo, lo que determina a la nueva construcción habitacional es la rentabilidad.
Lorenzo Rocha
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