jueves, 7 de marzo de 2013

PROPORCIÓN

Podríamos discutir ampliamente dónde es que radica la belleza de la arquitectura. Para algunos se manifiesta en los materiales y en la manufactura de sus acabados, para otros lo bello de la arquitectura reside en los efectos de la luz y el color, para algunos más se trata de la combinación de todos los factores que inciden en el espacio, sin predominancia de ninguno de ellos. No tengo duda en afirmar que la proporción es la característica más importante para que una obra arquitectónica exprese belleza. La relación matemática entre las medidas de las tres dimensiones del espacio, su ancho, altura y profundidad, son sin duda alguna, las características que provocan con mayor certeza el gozo estético del espacio. Es obvio que los demás factores antes mencionados, también influyen en el resultado de la percepción del espacio a nivel concreto, como la materialización de la idea abstracta del espacio arquitectónico.

La proporción es una relación abstracta que se establece mediante los números, pero su efecto en la percepción del espacio es emocional. Cuando visitamos un espacio proporcionado, no necesitamos comprobar sus medidas y las relaciones entre éstas para sentir la fuerza emocional de sus proporciones, éstas nos llegan intuitivamente. De hecho, la sensación de la proporción espacial, deriva directamente de la relación implícita entre las medidas de nuestro propio cuerpo, en relación al espacio donde nos encontramos. No es necesario que seamos conscientes de dichas medidas para percibirlas y hasta cierto punto, la consciencia restaría parte del efecto que el espacio tiene sobre nosotros. “No hay nada más abstracto que la realidad”, decía el pintor italiano Giorgio Morandi, esta frase es muy pertinente cuando discutimos la belleza de la arquitectura, ya que su percepción es corporal y por tanto, diferente para cada individuo. Aunque la realidad, lo externo sólo es uno, su percepción es subjetiva, depende de la abstracción que cada persona hace de ésta.

El artista estadunidense Donald Judd, quien centró su trabajo escultórico en la relación entre las medidas de los prismas rectangulares, experimentó una epifanía interesante cuando viajó a San Petersburgo. Caminando por la avenida Arquitecto Rossi, experimentó una sensación que describe como una belleza que “detuvo su corazón”. Esa sensación proviene de las proporciones de dicho espacio urbano, el cual mide 22 m. de ancho, por 22 m. de altura, por 220 m. de profundidad (una proporción de 1 a 1 a 10), aún antes de ser consciente de las medidas, el artista experimentó la intensa fuerza emocional que espacio ejercía sobre su propio cuerpo.

Lorenzo Rocha

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