Una de las aportaciones más importantes del Modernismo a la historia del arte es sin duda el arte abstracto. Hasta el Siglo XX, casi todo el arte occidental se había basado en la imitación de la realidad. La pintura, la escultura y la poesía, se proponían la creación de representaciones de la naturaleza, ya sea mediante el realismo puro, o bien utilizando alegorías, las representaciones simbólicas de atributos morales que son intangibles. La arquitectura utilizó principalmente los motivos alegóricos, las figuras de lenguaje visual, como medio de su expresión de la naturaleza. Algunos ejemplos son la incorporación de las hojas de acanto, o las volutas en los capiteles clásicos. Incluso la arquitectura decimonónica utilizó espacios alegóricos, como las cavernas en el parque Güell en Barcelona, o el bosque de columnas pétreas de la Iglesia de la Sagrada Familia, ambas obras del arquitecto catalán Antonio Gaudí.
La exposición "El arte de lo real: EEUU 1948-1968", organizada por el crítico Eugene Goossen en el Museo da Arte Moderno de Nueva York en 1968, plantea precisamente este pasaje de la representación a lo abstracto en los siguientes términos: "La nueva actitud ha estado revirtiendo el significado del arte. En lugar de que la experiencia perceptual sea el medio para alcanzar un fin, se ha convertido en el objetivo principal de la obra... El espectador no se encuentra con símbolos, se le presentan objetos materiales, que él mismo habrá de interpretar". Goossen aclaraba en su enunciado que no se trataba de arte realista en imágenes, sino de objetos reales, experiencias físicas similares a nuestras vivencias sensoriales cotidianas. En la exposición se presentaron 57 obras de 33 artistas estadunidenses, entre los que se encontraban Donald Judd, Ellsworth Kelly, Barnett Newman, Tony Smith y Frank Stella, muchos de ellos considerados como minimalistas.
La exposición viajo sucesivamente a París donde causó una airada polémica, que cuestionaba la coherencia del enunciado curatorial, el cual fue interpretado como un gesto nacionalista y colonial por parte de los estadunidenses. Dicha polémica fue encabezada por el filósofo André Malraux, quien entonces era el Ministro de Cultura del gobierno francés.
A pesar de haber estado marginada de la discusión teórica sobre el arte, la arquitectura Modernista se puede considerar como un ejemplo paradigmático del "Arte de lo real", ya que se presenta ante nosotros sin elementos figuartivos, además de que carece de implicaciones simbólicas, al haber sido abolida completamente la ornamentación.
Lorenzo Rocha
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