La arquitectura está inseparablemente ligada al tiempo, es una de las mejores aliadas del hombre para ayudarlo a alcanzar la inmortalidad. La mayoría de las construcciones sobreviven a sus creadores, podemos saber muchos datos de las culturas que nos precedieron, estudiando las ruinas de sus edificios. Sin embargo, el edificio realizado para cumplir una función específica en su tiempo, es probable que se vuelva inservible para la siguiente generación, una vez que pasa su tiempo de construcción y uso, su futuro es impredecible. También se verifica el caso contrario, quizá un edificio que en su tiempo no fue muy importante, cobra vida en una etapa posterior, incluso habiendo cambiado el uso al que se destinan sus espacios, tal es el caso de muchas estructuras industriales antiguas, que han encontrado ahora un destino mejor, sirviendo como viviendas, galerías de arte o centros comerciales.
Los historiadores de la arquitectura en ocasiones suelen soslayar estos hechos, publican estudios sobre un período o un autor en particular, como si no hubiera pasado el tiempo y como si sus edificios hubieran permanecido intactos. La preservación del patrimonio cultural es importante para el desarrollo de la sociedad, es una de las dos fuerzas que propician la riqueza cultural, la otra fuerza paradójicamente es la innovación. El lugar que ocupan ahora los monumentos de nuestra cultura, antes fue ocupado por los símbolos de la civilización anterior, para que exista la nuestra, otra cultura tuvo que desaparecer.
Pero en ocasiones los tiempos de permanencia de las obras arquitectónicas son demasiado cortos, menores a la vida de una persona y entonces se dificulta la definición de arquitectura contemporánea, de nuestro tiempo. Tal es el caso de dos edificios que recientemente han desaparecido del paisaje urbano de la ciudad de México. El primero es el edificio de apartamentos que se encontraba sobre el Paseo de la Reforma, en la esquina con Mariano Escobedo, el edificio fue diseñado en 1947 por Augusto Álvarez y Juan Sordo, una obra de gran valor estético que ha sido demolida este año para dar lugar a alguna nueva torre de oficinas que seguramente ocupará su lugar muy pronto. El segundo, también obra del arquitecto Sordo, es el Centro Cultural Arte Contemporáneo, construido en 1985 sobre la avenida Campos Eliseos en Polanco. El edficio albergó en un principio el centro de prensa para el mundial de fútbol y fue convertido en museo un año más tarde. Fue un importante centro cultural hasta que fue cerrado al público en 2004 y finalmente demolido en 2006, aún no se sabe qué destino tendrá el terreno que ocupaba.
Lorenzo Rocha
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