lunes, 15 de septiembre de 2014

ENTREVISTA A LOUISE NOELLE (fragmento)


Coautora de la Guía de Arquitectura Contemporánea de la ciudad de México
por Lorenzo Rocha
con preguntas de: Heidrun Holzfeind y Christoph Draeger
Desde el año 2005 hasta el 2007, los artistas Heidrun Holzfeind y Christoph Draeger, llevaron a cabo un trabajo fotográfico que tomó como punto de partida la edición de 1993 de la guía de arquitectura contemporánea de la ciudad de México, de la que usted es coautora junto con el arquitecto Carlos Tejeda.
Quiero señalar y creo que es correcto hacerlo desde el principio, el tema de la autoría o coautoría con el arquitecto Carlos Tejeda. Él fue un muy querido amigo que falleció prematuramente (hará unos 8 ó 10 años), él fue quien tuvo la idea de hacer el libro. Vino a verme y me dijo: “ya has escrito mucho sobre arquitectos específicos, ¿porqué no hacemos una guía de arquitectura? Hace mucha falta.” La idea original de la guía —hay que honrarlo por ello— es de Carlos Tejeda. Yo respondí que estaba de acuerdo, que se podía publicar con la ayuda de Banamex, por el interés del banco en las publicaciones y entonces nos dimos a la tarea de hacerla. Su plan fue muy sencillo, me encargó los textos y la investigación, y él se ocupó de conseguir las fotografías y los planos de los edificios y sobre todo, de la parte minuciosa y compicada de realizar los mapas de la ciudad y localizar las obras con exactitud. Los mapas fueron dividos por zonas para facilitar su reducción al formato del libro, se hizo un plano de referencia y pequeños mapas de las zonas. Los mapas fueron dibujados por Rodolfo Santa María, después fueron digitalizados e incluidos en la edición. Ésta fue la división del trabajo por lo que respecta a las obras, la redacción y la parte técnica para la cual, por mucho que yo escribiera, se necesitaba de sus conocimientos. Por ello, en el libro a veces escribo en singular, cuando se trata de una opinión propia y otras veces se trata de enunciados que hacemos Carlos y yo en plural. La investigación historica es mía y el complemento necesario para que el material fuera publicable es suyo. Esto está claramente explicado en la introducción de la guía original. Para decidir qué obras incluir yo tenía una idea, pero juntos decidimos convocar a un comité editorial que me había funcionado muy bien para el libro “Arquitectos contemporáneos”, los arquitectos me ayudaron a decidir qué obras les parecían bien para la guía y también ayudaron a balancear la cantidad de obras que convenía incluir de cada arquitecto, además de limitar el tamaño del libro. Por lo que quedamos en unas 100 ó 120 obras para tener un material manejable. Por ejemplo, algún arquitecto que hubiera hecho cinco obras en el mismo año, escogíamos las dos más relevantes. Usamos criterios lógicos que hicieron que esa parte del trabajo resultara muy interesante y divertida. Las reuniones se llevaron a cabo en el despacho de Ricardo Legorreta, quien siempre fue muy buen amigo mío y muy generoso. Nos reuníamos muy cómodamente —con café y galletas— a revisar la lista de obras que yo preparaba previamente, la discutíamos entre todos y poco a poco decidíamos cuáles debían quedar en la guía. En cuatro sesiones conseguimos armar el libro, les estoy muy agradecida a los arquitectos por aportar su visión personal, que proviene de diferentes generaciones y diferentes acercamientos. Los arquitectos fueron Mario Pani, representado a la generación mayor y por su experiencia en la revista “Arquitectura México” tenía muy buen conocimiento del panorama. También participó el arquitecto Teodoro González de León, Javier Moysén, historiador del arte no experto en arquitectura, aunque sabía mucho de arquitectura, él trabajó en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y falleció hace unos 8 años, y había una o dos personas más que en este momento no recuerdo (Aurelio Nuño, Mario Schjetnan y ocasionalmente Carlos González Lobo). Las opiniones tenían que ver con los conocimentos de cada uno de los participantes y también con el estado de conservación de cada edificio o su importancia en la historia de la arquitectura. Se incluyeron obras por distintas razones, resultaron de nuestras conversaciones, que fueron muy enriquecedoras para mí. No pretendo evadir mi responsabilidad trasladándola a un grupo de personas, asumo que en toda  selección hay omisiones que a veces disgustan a quienes no fueron incluidos, nuestro objetivo fue incluir las obras  que consideramos las más importantes, las que se debían visitar. En ese sentido muchas personas, historiadores del arte de otros países me han comentado que la guía les ha servido mucho. En un congreso reciente Ruth Verde Zein, una historidora brasileña, me elogió por la guía y me dijo que gracias a ella había encontrado todo lo que buscaba, y es verdad que hicimos el mayor esfuerzo para incluir las obras que más importancia tienen, con sus necesarias excepciones, por el mal estado de algunas, solo en los casos en que la importancia de la obra ameritara incluirla a pesar de su mala conservación. Algunas obras han sido destruidas en el transcurso de una edición a otra y hemos tenido que reemplazarlas por obras de importancia similar.
¿Que opina usted respecto al hecho de que su libro inspiró a dos artistas a visitar cada edificio publicado en éste y tomar una nueva fotografía de cada uno de los edificios, desde el mismo ángulo?
            Por una parte es halagador que un trabajo que yo hice, un libro, le haya interesado a dos artistas hasta este punto. Por otra parte, de cierta manera puedo decir que me reconforta o me reasegura en el hecho de que yo lo planteé precisamente así, como un libro para poder visitar arquitectura, como lo que es, una guía y me doy cuenta entonces que por lo menos en este caso, sí cumplió con su cometido, sí tuvo una utilidad. Porque a diferencia de otras publicaciones que he hecho, que pueden ser monografías sobre un solo artista, o bien artículos sobre un tema en particular, de una casa habitación o cuestiones de ese tipo, en este la idea es tener textos breves, fotografías, y si el interesado quiere saber más sobre una obra, que pudiese servir también como un libro de texto. Cuando esa obra arquitectónica en particular había sido publicada en un libro o en una revista de mi conocimiento, lo indicaba abajo, casi cada ficha lleva una referencia bibliográfica, salvo algunas que no están publicadas en ningún lugar en especial. Pero eso era adicional, en caso de que alguien quisiera saber algo más sobre ella. Cuando alguien quiere estudiar la arquitectura, pero no vive en la ciudad de México, no la puede visitar más que en alguna ocasión esporádica, la guía tiene esa segunda utilidad. Entonces para mí además del halago, este proyecto me señala que no estaba tan mal encaminada al hacer esta guía.

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