Periódicamente sale a flote en mi memoria, la definición más corta de arquitectura que conozco, la cual deriva de un pensamiento complejo expresado por el filósofo Georg Hegel en sus "Lecciones sobre la estética", en el cual reflexiona respecto a su relación con la escultura. "La arquitectura es el arte de externalidad", nos dice Hegel, en este pensamiento está implícito el concepto filosófico de espacio como todo aquello que es externo a nuestro cuerpo y constituye el medio donde acontece lo que entendemos como realidad.
Existen numerosas "Especies de espacios", recordando el fantástico libro que lleva el mismo título, escrito por Georges Perec en 1974. No es casualidad que el primer tipo de espacio que el escritor francés describe sea la página. Para él podría ser obvio, ya que su punto de partida fue siempre el vacío del papel en blanco. Sin embargo, para el resto de nosotros el espacio es concebido casi siempre de manera tridimensional y por lo tanto, la página, o mejor dicho, un espacio plano, resulta un concepto mucho más abstracto que cualquier otro, como una habitación.
Desde que la arquitectura se comenzó a manifestar en la intersección de todas sus representaciones, incluida su experiencia corporal, nos hemos acostumbrado a aceptar la información fotográfica y escrita, como una experiencia visual e intelectual casi tan concreta como la sensación real del espacio arquitectónico. Así la arquitectura se ha ido gradualmente desmaterializando y gran parte de ella existe para nosotros solamente a través de su publicación en libros, periódicos y revistas.
A la presente reflexión habría que añadir el creciente fenómeno de la digitalización de la información. Cada vez utilizamos menos los libros impresos sobre papel, ese espacio visual está migrando aceleradamente a las pantallas de nuestras computadoras, teléfonos móviles y tabletas digitales. Sin lugar a dudas, la nueva tecnología informática esta sustituyendo al libro análogico, considerablemente más rápido que cuando el libro impreso desplazó al manuscrito, después de que Johannes Gutenberg inventó en 1439, la imprenta de tipos móviles.
El libro impreso, literario o fotográfico, evidentemente no desparecerá ni será totalmente sustituido por su versión digital, simplemente se convertirá en un producto más accesible por su facilidad de reproducción y transmisión. Particularmente los libros de arquitectura, en los cuales predominan las imágenes fotográficas, seguirán existiendo como objetos lujosos, aunque la información que contienen ya se haya difundido por medios informáticos. Al igual que en el Siglo XV la imprenta revolucionó la difusión del conocimiento, ahora nos encontramos dentro de la Revolución digital.
Lorenzo Rocha
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