Los artistas contemporáneos han destacado como un colectivo o grupo humano acostumbrado a aprovechar diversos tipos de espacios para su trabajo, casi siempre en condiciones precarias y en muchas ocasiones mediante el uso readaptativo de inmuebles industriales. Provisionalmente podríamos asociar a la precariedad con el bajo presupuesto para readaptar el espacio, aunque más adelante podremos encontrar raíces más profundas dentro de las prácticas de apropiación del espacio.
Indudablemente, el
espacio de trabajo influye y en ocasiones condiciona las obras producidas en
éste. En el caso de algunos artistas el propio espacio se va transformando en
sí mismo en una obra de arte, como el célebre estudio del pintor Joaquín
Clausell, en el centro histórico de la ciudad de México.
A unas cuantas calles de
la antigua casa de los Condes de Santiago de Calimaya (hoy Museo de la ciudad
de México), dentro de la cual se encuentra el famoso “Clauselito”, se instaló
hace tres años la Oficina de Arte, un pequeño complejo de estudios que alberga
a artistas de distintas procedencias. El espacio de la oficina está en el
cuarto piso de un edificio en la calle de Correo Mayor, que originalmente fue
construido para almacenar artículos de papelería. Cuando comenzó el proyecto de
la oficina, el almacén llevaba ocho años vacío, ya que en la zona había
disminudo notablemente la actividad de los comerciantes mayoristas, debido a su
difícil acceso. El criterio para la adaptación del espacio fue intervenirlo
colocando muros divisorios y cristaleras nuevas, para dar lugar a once
estudios, un espacio común de galería y un amplio vestíbulo para reuniones. La
oficina también cuenta con pequeño apartamento en la planta superior, que se
utiliza para alojar temporalmente a los aristas extranjeros que lo requieren.
Dentro del proyecto no se consideró necesario borrar las huellas de su antiguo
uso, por lo que prevalecen toda clase de marcas de viejos muros, lámparas que
no existen más, marcas de balonazos en algunas áreas donde se jugaba al futbol
y los inevitables mensajes obscenos rayados sobre las paredes y columnas. La
arquitectura hecha de “estratos temporales” con la que se inauguró la oficina,
ha continuado acumulando algunos ratsros de la actividad de sus nuevos
inquilinos: los 64 artistas que han trabajado en ella durante los últimos 36
meses también han dejado sus propias huellas. Hasta ahora el proyecto ha
servido como un adecuado albergue para sus ocupantes y con ello ha iniciado un
modo de hacer promoción a la arquitectura que valora las cualidades físicas del
contexto sin importar su precariedad.
Actualmente trabajan 20
artistas en Oficina de Arte, todos ellos ingresaron al programa mediante un proceso
de selección y han aprovechado el espacio, cada uno a su modo y según sus
necesidades. Tom Chamberlain, quien radica parcialmente en Londres y en la
ciudad de México, ha utilizado el espacio del estudio A como base para su itinerancia.
En el estudio B trabaja Francisco Muñoz, quien desarrolla un proyecto de pintura,
que relaciona a la historia de la cultura con el momento actual. El colectivo
País Arid ocupa el estudio C como sede de sus actividades como Archipiélago
Rizomático de Islas Discordantes. El grupo se compone de seis artistas quienes
también desarrollan sus proyectos personales, ellos son: Anahí Galaviz, Daniel
Benitez, Elena Garduño, Juan Bollás, Rodrigo Prián y Rocío Vieyra. Andrés
Castaño realiza en el estudio D, su proyecto pictórico llamado “En diferido”,
que consiste en copiar a mano fragmentos de las pinturas renacentistas
expuestas en el Museo de Orsay, extrayendo las imágenes de distintas fuentes
impresas como revistas y catálogos, en el mismo estudio trabajan parcialmente Iacopo
Seri, Marcela Varela y Salvador Sarmiento, quienes se dedican principalmente al
dibujo y al performance. Cannon Bernáldez ha transformado el estudio E en su
laboratorio permanente de fotografía analógica y digital, en él produce
collages, joyería e imparte talleres de fotografía estenopéica, además de
seguir el desarrollo de su labor fotográfica personal. En el estudio F trabaja
Jessica Pérez, quien realiza intervenciones efímeras sobre los muros, suelo y
plafón de su espacio, las cuales documenta mediante fotografías y desmonta de
modo cíclico y constante. Raúl Ortega ocupa el estudio G, donde se dedica a las
investigaciones antropológicas con medios estéticos, principalmente la
fotografía. Jorge Matsumoto ha utilizado el estudio H como espacio de exposición
de sus obras, que giran en torno a reflexiones sobre las matemáticas y las
proporciones armónicas, en este estudio se encuentra también la sede de OUT
(Oficina de transformación urbana) espacio donde trabaja el arquitecto Lorenzo
Rocha, creador del proyecto. En el estudio I trabajaron brevemente Nerea de
Diego, Winnie Herbstein y Scott Caruth, quienes visitaron la cuidad de México para
utilizarla como fuente documental para sus proyectos multimediales. En el
estudio J realiza su trabajo Alina Sánchez, el cual consiste en una serie de apuntes
sobre lo volátil y su representación en fotografías que evocan paisajes sonoros.
Por último, Mark Joshua Epstein ocupa el estudio K, donde ha estado realizando
algunos bocetos para la creación de murales y piezas que producirá como objetos
textiles de inspiración en técnicas indígenas de tejido.
¿Podríamos decir que el
trabajo de los artistas residentes en Oficina de Arte es específico de este
sitio? ¿Hasta qué punto el espacio de la oficina ha influido en la producción
de sus ocupantes? Comenzando por el aspecto más pragmático, es indudable que el
proyecto de la oficina ha servido como proveedor de espacios adecuados para el
trabajo de los artistas residentes, quienes han podido desarrollar su actividad
de manera más holgada desde su ingreso al programa. También podríamos especular
acerca del estímulo que el espacio, el barrio y las actividades de los demás
artistas ha ejercido sobre el trabajo particular de cada uno de los ocupantes,
pero nos limitaremos a observar las consecuencias futuras que esta experiencia
tendrá en el desarrollo personal de cada uno de ellos. La arquitectura precaria
implementada en el espacio de la oficina ha puesto las condiciones para la
producción del arte de este reducido grupo y sus repercusiones serán
seguramente tan variadas como los intereses y circunstancias personales de cada
uno de ellos.
Lorenzo Rocha
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