Esta frase del historiador francés Fernand Braudel, que aparece en el ensayo "Técnica y sociedad" del arquitecto argentino Tomás Maldonado, nos confirma que en toda acción humana siempre hay, en mayor o menor medida, algún dispositivo instrumental, necesario para potenciar todas las acciones humanas tanto operativas como comunicativas.
La arquitectura es un arte que se fundamenta en la técnica de la construcción. Antes de poder considerar una obra de arquitectura como arte y estar en la posición de discutir sus aspectos espaciales desde un punto de vista estético, el arquitecto encargado de dicha obra debe haber resuelto todos sus aspectos técnicos correctamente. El arquitecto, antes que artista, es un prestador de sevicios profesionales. La responsabilidad que implica construir cualquier obra, pública o privada, es mucho más importante que el reconocimiento de la autoría de dicha obra. La construcción es una operación patrimonial, las personas frecuentemente invierten todos sus recursos en la construcción de su casa, o bien se endeudan de por vida con algun banco que les otorgue un crédito hipotecario. También los municipios, alcaldías o gobiernos federales, consideran a la obra pública como la prioridad máxima de inversión durante sus administraciones.
Por estas razones, los arquitectos estamos obligados a cumplir cabalmente con los requerimientos funcionales y técnicos de nuestros proyectos, utilizando los conocimeintos aprendidos durante nuestra formación universitaria y recurriendo a expertos en los campos de las ingenierías que están involucradas en nuestras construcciones. Los aspectos técnicos estructurales, hidráulicos, eléctricos, acústicos, climáticos, lumínicos y muchos otros más deben ser prioritarios para un proyecto y jamás deben ser supeditados a la forma del edificio o a cualquier otro tipo de voluntad proyectual.
La propia formación del arquitecto debe comenzar por el entendimiento de que la forma construida es un fenómeno inexorablemente material y tiene muy poca o nula relación con los conceptos abstractos que la circundan.
Aunque parezca que la importancia de la técnica para la arquitectura es obvia, desgraciadamente no es así para una gran cantidad de arquitectos contemporáneos, los cuales sacrifican la funcionalidad en pos de la realización de sus fantasías y especulaciones formales. Muchas obras públicas en distintos países, sobre todo museos, salas de conciertos, aeropuertos y otras tipologías que han sido campo fértil para la especulación formal de los arquitectos-estrellas, han generado enormes problemas y costos debido a sus caprichosos diseños, ya que van más dirigidos a la construcción de la fama de sus autores, que a su interés en el beneficio del público.
Lorenzo Rocha
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