domingo, 3 de abril de 2016

EL FUTURO DE LA CIUDAD

Hace unos días me fue planteada la siguiente pregunta: ¿Cuál será el futuro de la ciudad de México? Casi siempre las preguntas más directas y sencillas son las más difíciles de responder. Pero también se pueden aprovechar para especular sobre las posibles respuestas.

Está claro que nadie puede presumir de conocer el futuro, pero de una cuestión tan general como el futuro de la ciudad pueden partir numerosas hipótesis, por ello esta pregunta es tan interesante.

He preferido no evadirla y aprovechar la ocasión para hacer algunas reflexiones. El futuro de la ciudad seguramente no estará en manos de sus gobernantes. Será muy probablemente la población civil la que determine el curso del desarrollo urbano futuro, como siempre lo ha hecho. La ciudad la hacemos los habitantes, el gobierno sigue al desarrollo privado de la ciudad, creando la infraestructura necesaria para sostener a las comunidades que se van creando y a sus expansiones a lo largo del tiempo.

Para que en el futuro la ciudad sea mejor que ahora, algunas cosas deben suceder antes, el país debe sanearse, se debe terminar la corrupción, todos debemos pagar nuestros impuestos, los recursos deben distribuirse con justicia, en resumen deben crearse las condiciones necesarias para que exista la igualdad.

Nuestra nación existe como una república apenas hace 200 años, según el humanista Thomas Hobbes se requieren al menos 500 años para que en un Estado se consolide el imperio de la ley. Aun es un enigma si el Estado mexicano llegará algún día a la madurez. La ciudad capital de nuestro país está subordinada al orden nacional.

El único consuelo que podemos tener ante un panorama tan complejo y lejano en el tiempo, es la certeza de que todo el desarrollo urbano es reversible. Podemos observar los ciclos que han dado auge y decadencia a las construcciones del centro de la ciudad. Desde su fundación, el auge del Imperio Mexica, la conquista española y la fundación de la capital de la Nueva España, la independencia de México y la creación de una república democrática, la descomunal expansión ocurrida durante el modernismo, las catástrofes, inundaciones, terremotos, etcétera.

Año tras año, vemos el deterioro de la ciudad, la creciente contaminación, el crecimiento descontrolado de los cinturones de miseria, pero también podemos observar cómo renacen algunas calles, como mejoran los transportes, como crecen y florecen algunos barrios. En la ciudad no existe una sola realidad, solo se la puede entrender como una sobreposición de todo lo bueno y lo malo que ocurre en ella.

Lorenzo Rocha

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