jueves, 16 de marzo de 2017

INTERSECCIÓN

En la Facultad de arquitectura de la UNAM, los profesores me enseñaron que el proyecto arquitectónico es el medio primordial para la expresión de nuestra disciplina, esto lo aprendí tras cinco años en los que se le daba prioridad absoluta al taller de proyectos, por encima de todas las demás asignaturas teóricas o prácticas, las cuales parecían justificar su existencia únicamente como conocimiento de apoyo a la enseñanza de la composición.

Años más tarde, el ejercicio de la profesión me planteó una paradoja: como arquitecto es extremadamente difícil conseguir un encargo para la construcción de un proyecto y conseguirlo mediante un concurso es aún más improbable. Entonces, ¿para qué me servirían los conocimientos adquiridos en la universidad? Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que hay muchos otros campos además de la construcción, donde se requieren los servicios de los arquitectos. Las habilidades adquiridas en la facultad nos permiten incursionar en los campos del urbanismo, la historia del arte, la crítica, el desarrollo inmobiliario y muchos otros más. La carrera de arquitectura es formativa, no necesariamente informativa.

Gran parte de la construcción que se hace hoy en día, aporta poco o nada a la arquitectura, la que sí lo hace es minoritaria, sin disminuir por ello su impacto y relevancia. Por lo contrario, otras disciplinas como el arte, la fotografía, y la escritura, cuando utilizan al espacio como materia de estudio, contribuyen a ensanchar el horizonte de los conocimientos de los arquitectos.

La arquitectura es un fenómeno cultural que sucede en la intersección de todas sus representaciones, siendo la construcción una de ellas, pero sin menospreciar al dibujo, la fotografía y los textos que se dedican a ella. Ahora puedo afirmar con seguridad que no toda la arquitectura debe existir físicamente, también nos interesan las ideas e imágenes de ediicios que nunca se construyeron, ni se construirán en el futuro. Incluso de aquellos que si fueron materializados, es importante tomar en cuenta los dibujos, fotografías y textos que se refieren a ellos, como parte de su arquitectura.

Algunos edificios que han sido demolidos han influido en las ideas arquitectónicas más que otros que aún están en pie. Tal es el caso del edificio Larkin de Frank Lloyd Wright, construido en Buffalo en 1905 y demolido en 1950, tras la quiebra de la compañía jabonera que lo mandó construir. Otros que nunca fueron construidos, también aportaron grandes avances para la arquitectura, como el Palacio de los Soviets, proyecto constructivista de Boris Iofan, comenzado en 1930, pero nunca finalizado debido al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la cual también truncó otros proyectos como la “Citta Nuova” del arquitecto Antonio Sant’Elia, representante del movimiento futurista en Italia.

Lorenzo Rocha

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