Hace 35 años el gobierno
de la ciudad de México, que en aquel entonces era el Departamento del Distrito
Federal, una mañana colocó sin previo aviso una cerca metálica alrededor de una
porción de la primera sección del Bosque de Chapultepec conocida como “El
Mexicanito” o Parque Winston Churchill. El terreno de cerca de 25000 metros
cuadrados con forma triangular, delimitado por el Paseo de la Reforma y las
calles de Arquímedes y Andrés Bello en Polanco, exhibía un letrero que decía
algo parecido a: “cerrado por motivos de conservación ecológica”. Es
inexplicable que un parque público permanezca cerrado por tres décadas y media
solo por conservación, pero la buena noticia es que el jueves pasado, la cerca
fue retirada y el parque está abierto nuevamente.
Es realmente una de las
pocas ocasiones últimamente en que se percibe una mejora sensible del espacio
público de nuestra ciudad. El diseño del parque cuenta con andadores sinuosos y
una parte hundida a la que sobrevuela un interesante puente metálico. Los
árboles prexistentes se encuentran en muy buenas condiciones y se añadieron
otras especies de arbustos y flores más bajos que rodean a todo el espacio
abierto. El mobiliario urbano y la señalización coincide con el diseño de todas
las demás partes del Bosque de Chapultepec que han sido renovadas durante los
últimos años.
La estatua de Winston
Churchill, donada a la ciudad por el gobierno inglés en 1975, fue reubicada a
unos cuantos metros de su posición original sobre una nueva y peculiar superficie
compuesta por rocas de formas cúbicas, la embajada de ese país colaboró con el
nuevo emplazamiento del monumento al célebre personaje.
Lo más importante de la
obra es sin duda el renovado espacio abierto, el cual incluye una amplia plaza
de acceso con pavimento permeable que conduce a la estación del metro Auditorio
y al paso peatonal subterráneo, que permitirá un mejor y más seguro tránsito de
las miles de personas que diariamente utilizan el transporte público en la zona
y que anteriormente se veían forzadas a acceder al metro por improvisados caminos
lodosos y oscuros.
Esperemos que las
autoridades sean capaces de contener la invasión del espacio público por parte
de los comerciantes informales, que han explotado este espacio por décadas
haciéndolo insalubre y antiestético, de igual modo ahora se presenta la
oportunidad para sanear también las áreas públicas del otro lado de Reforma,
frente al Auditorio Nacional, que se encuentran invadidas por comerciantes
ambulantes.
Son raras las ocasiones
que tenemos de comunicar buenas noticias y celebrar una mejora al espacio
público de nuestra ciudad, pero al igual que la crítica se dirige a quien tiene
un desempeño deficiente, el elogio corresponde a quien merece una felicitación
por un buen trabajo a favor de la metrópolis.
Lorenzo Rocha