En diversas actividades profesionales como la arquitectura, la escritura y en general durante el proceso de todas las formas del arte, se generan bocetos, esquemas, borradores y demás subproductos que pueden confundirse y a veces distraer al público de los objetivos finales de la obra. Por ejemplo los planos, que no son más que las representaciones gráficas del espacio arquitectónico, adquieren a veces un valor igual o mayor al de la obra construida. En ciertos casos efectivamente tienen un alto valor si el edificio ha desaparecido y lo único que ha sobrevivido son los dibujos. Pero en los casos en que subsiste la construcción, los bocetos, dibujos e incluso las fotografías son simples objetos anecdóticos y si se quiere realmente conocer la obra, hace falta visitarla personalmente.
Algunos libros se componen de textos recopilados de las revistas y periódicos donde fueron publicados originalmente, estas compilaciones, muy comunes hoy en día, han convertido a las colaboraciones ocasionales de un autor en una obra que en ocasiones carece de la cohesión que tienen los textos elaborados con ideas desarrolladas de principio a fin. La rapidez e inmediatez de la información, una característica que define nuestro momento histórico, confiere mayor validez a las expresiones breves que a los discursos elaborados.
Pero hay muchas personas que gozan de hurgar entre los archivos y que disfrutan mirando y leyendo los bocetos, notas y reflexiones que los artistas producen durante sus procesos.
Si se ven con detenimiento, en algunas ocasiones los subproductos son capaces de sustituir a las obras, más aun si estas permanecen en el mundo de las ideas, ya que nunca llegaron a realizarse. Tal es el caso de la Casa Dominó, un proyecto de Le Corbusier, comenzado en 1919. El celebre arquitecto creo un prototipo compuesto por seis pilares y tres losas de concreto armado, unidas por dos tramos de escaleras del mismo material que debían colarse en sitio utilizando el sistema Hennebique, una técnica constructiva experimental en aquella época.
Hoy en dia se conocen solamente los dibujos y la maqueta de dicho proyecto experimental, sin embargo sus repercusiones en la teoría y practica de la arquitectura moderna lo han convertido en un signo autorreferencial. Prácticamente no existe ningún arquitecto moderno posterior a 1920 que no haya tomado en cuenta de algún modo el prototipo de Le Corbusier durante la realización de sus proyectos. De hecho la mayoría de las obras en proceso de construcción que vemos diariamente en casi todas las ciudades del mundo, son idénticas al proyecto Dominó, sobre todo cuando se encuentran en fase estructural y aun no se les han colocado sus muros divisorios y sus fachadas exteriores.
El culto al documento se ha convertido en nuestro tiempo en una práctica extendida a todos los ámbitos, dado que mucha gente ha preferido sustituir las experiencias por la información. En el caso de la arquitectura, si uno tiene que elegir entre la experiencia física del espacio y los productos visuales derivados de la obra, jamás debe dudar en hacer el esfuerzo de desplazarse hasta el lugar donde se encuentra la obra y visitarla personalmente. Si esto no es posible por la lejanía o inaccesibilidad del lugar donde se encuentra, es comprensible conformarse con su representación gráfica y visual, pero procurando nunca olvidar que ver fotografías no equivale a conocer los espacios de primera mano.
Lorenzo Rocha
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