jueves, 23 de agosto de 2018

CRÍTICA RADICAL

Entre los años de 1950 y 1970 existió una transformación radical en la forma de criticar el arte contemporáneo, principalmente en los Estados Unidos y en Inglaterra donde los críticos comienzan a profundizar más allá de las interpretaciones directas de las obras, hacia una visión compleja de su entorno. Esta corriente, paralela a la Escuela de Francfort y a la vez ligada a ésta, establece una relación dialéctica entre los productores de las obras y quienes se dedicaron a escribir acerca de ellas. Un artista que tuvo gran protagonismo en dicha época fue Donald Judd, quien además de ser uno de los precursores del Minimalismo, también publicó cientos de textos para catálogos y colaboró regularmente en la revista Arts Magazine entre 1963 y 1965, uno de sus textos más influyentes durante esta época fue “Objetos específicos”. También Joseph Kosuth fue un artista que creía que el arte consiste en la producción de significados. Gran parte de sus piezas estuvieron ligadas al lenguaje, como aquella titulada: “Arte como idea como idea, la palabra “Definición””, de 1966, una imagen fotográfica del texto de la palabra “Definición” que aparece en el diccionario.
En arquitectura es posible identificar a varios críticos radicales, uno de ellos es sin duda Rem Koolhaas, cuya influyente obra abarca tanto la construcción como la escritura de textos críticos, como su célebre libro “Delirio de Nueva York”, publicado en 1978. A este siguieron otros textos de importancia como “S, M, L, XL”, del año 1995, que se puede considerar como el manifiesto más importante de la arquitectura poscrítica. Peter Eisenman, otro arquitecto radical, fue director y fundador de la revista neoyorkina Oppositions a partir de 1973, periodo durante el cual se dedicó más a la escritura y a la enseñanza, que a la práctica de la arquitectura. A este tiempo pertenece una entrevista del arquitecto con Andrew Benjamin, durante la cual afirmó que en su opinión: “en la arquitectura, la estructura ideológica o el discurso teórico, se encuentra normalmente en un nivel muy pragmático… las cuestiones relacionadas a la forma se gestan más frecuentemente fuera de la discusión sobre arquitectura, especialmente en el campo de la filosofía”. Quizá es por ello que la interpretación de la obra, en particular de estos dos arquitectos, sea muy complicada para los críticos, ya que al igual que sus pares en el campo del arte contemporáneo, los creadores de las obras se ocupan también de su explicación teórica.
Dicho fenómeno ha provocado un distanciamiento entre el público y los artistas y arquitectos contemporáneos, ya que sus creaciones se encuentran envueltas en una compleja red conceptual, la cual tiene poca o nula relación con la percepción visual y fenomenológica de los espacios y las piezas de arte. Se trata de producciones artísticas y arquitectónicas en las predominan el pensamiento racional y las referencias filosóficas poco accesibles para quienes no cuentan con la preparación suficiente. 

Las obras y edificios que se fundamentan en dichas formas de pensamiento radical resultan en la mayoría de los casos incomprensibles e incluso desagradables para los espectadores y usuarios, pertenecen a lo que conocemos comúnmente como “arte o arquitectura para artistas o arquitectos”. En ocasiones las personas comunes no entienden qué es lo que vemos con tanto interés los expertos en esos edificios y obras tan famosas, pero a la vez tan extrañas.
Lorenzo Rocha

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