jueves, 2 de agosto de 2018

ESPACIO PARA PENSAR

Recomiendo la agradable lectura del libro “La cabaña de Heidegger”, escrito por Adam Sharr. Se trata de un relato muy bien documentado, del espacio que el filósofo alemán utilizó por cinco décadas a partir de 1922, como lugar de retiro para pensar. La cabaña, situada en Todtnauberg dentro de la Selva Negra, no es más que una casita de madera de cuarenta metros cuadrados, con cuatro espacios: el dormitorio, el estudio, la cocina y el retrete. Al principio no contaba con agua corriente, electricidad ni gas, entre otras cosas el filósofo se aseaba al aire libre, por lo que la estancia en ella debía complementarse con tareas rurales como cortar leña, secarla y acarrear el agua desde una fuente cercana. El clima del lugar es muy extremo por que en verano era un sitio caluroso y en invierno a veces la nieve lo hacía inaccesible, pero para el filósofo era un lugar ideal para la práctica del senderismo y del esquí de fondo.
En este espacio, Heidegger escribió importantes textos y conferencias como “Habitar pensar y construir”, “La cosa” y “Ser y tiempo”. No cabe duda que el lugar le ayudó a concentrarse y relajarse, ya que la mayoría del tiempo que estuvo alli él solo. De hecho, cuando viajó a la Selva Negra con su familia casi siempre se alojó en otra casa, una típica casa rural, de las denominadas Schwarzwaldhofen, donde aprendió tareas domésticas locales que contribuían a su ascética rutina.
Hoy en día se comenta con frecuencia acerca de los beneficios psicológicos del contacto con la naturaleza. Indudablemente el aire fresco y la vista del verdor contribuyen al bienestar humano. Sin embargo, no hay evidencia de que los ambientes bucólicos estimulen el
pensamiento filosófico.
Otro pensador muy célebre, Henry David Thoreau también se retiró al bosque durante un largo período a una pequeña cabaña en Walden, al noreste de los Estados Unidos. Pero las razones del aislamiento de Thoreau parecen muy distintas a las de Heidegger. El autor de “Desobediencia civil” y “Walden”, se mudó al bosque para vivir al márgen de la sociedad estadunidense de su tiempo, el siglo XIX. Más que un espacio para pensar, la cabaña de Thoreau fue construida como un lugar para vivir más intensamente. El pensador trascendentalista se retiró al bosque como resultado de su inconformidad con las normas de su gobierno, antes había estado brevemente en prisión por negarse a
pagar los impuestos, ya que estaba en contra de la invasión de México por parte del ejército de su país en 1846.

Aunque sea por distintos motivos, retirarse al campo temporalmente es un práctica sana y recomendable, algunos lo hacen para descansar, otros para pensar, o bien como consecuencia de su forma de pensamiento.
Lorenzo Rocha

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