La casa-estudio es un tema recurrente en la arquitectura moderna. En ocasiones se trata de la casa del propio arquitecto y en otras de una colaboración con un cliente-artista, que requiere involucrarse en el proceso creativo del proyecto.
La exploración y conocimiento de las costumbres de las personas es una parte fundamental del trabajo de los arquitectos. Para diseñar espacios eficientes y adecuados a las necesidades de sus usuarios, los proyectistas debemos analizar el modo como cada persona utiliza su vivienda o lugar de trabajo. El diseño arquitectónico no solamente involucra la planeación de los espacios según criterios técnicos, también se relaciona con aspectos sociológicos, los cuales solo se pueden investigar mediante la observación directa.
Por estas razones, visitar edificios, analizar programas de necesidades y sobre todo entrar en contacto con las personas para trabajar con ellas en las soluciones, son requisitos indispensables para el éxito de un proyecto.
Últimamente he tenido la fortuna de entrevistar a un buen número de artistas para saber como son sus espacios de trabajo y qué características deben tener para que ellos puedan realizar su trabajo del mejor modo posible. Me ha sorprendido descubrir que la gran mayoría de ellos trabajan en espacios que no han sido diseñados para estos fines. Algunos trabajan en sus propias viviendas, en espacios destinados a oficinas, o bien en edificios industriales convertidos en estudios para artistas. Sin embargo, todos comparten la necesidad de una buena iluminación natural, de ser posible cenital (mediante tragaluces) para que la calidad de la luz sea homogénea y no provoque sombras ni asoleamiento directo que pueda estropear sus trabajos, ya que el papel, la tela y la pintura reaccionan mal a la exposición solar directa.
Más allá de las características físicas de los espacios, los artistas los contemplan como lugares de reflexión interior y de inspiración estética, donde puedan concentrarse en paz para su producción creativa. Los espacios de los artistas son muy íntimos, pero al mismo tiempo deben ser abiertos, ya que muchos de ellos también necesitan mostrar su trabajo dentro del propio estudio, además de aquellos que imparten talleres a niños y adultos. También el espacio del artista es compartido con su familia, cuando éste forma parte de la vivienda, muchas personas trabajan en compañía de sus hijos pequeños, cuando no tienen quien los pueda cuidar en su lugar. (foto: Romina Casile)
Lorenzo Rocha
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