jueves, 16 de enero de 2020

ARQUITECTOS PROMOTORES

Luis Barragán, uno de los arquitectos modernos más introspectivos, fue también promotor inmobiliario, lo cual prueba que ambas actividades no son del todo incompatibles. Barragán participó como, urbanista, arquitecto e inversionista en varios proyectos de urbanización en la ciudad de México, como el Pedregal (1949) y las Arboledas (1955).

Casi todos los arquitectos participamos activa o pasivamente en el desarrollo urbano e inmobiliario. A pesar de que es usual escuchar críticas contra los empresarios por parte de los profesionistas de la construcción, debemos aceptar que ambos grupos pertenecemos por igual a la misma industria. Es cierto que según cada perfil profesional, nos toca sentarnos en distintos lados de las mesas de negociación, lo cual no demerita en absoluto el fundamento  que nos dan nuestros objetivos comunes: dotar de espacios para la vida de las personas.
Es frecuente escuchar quejas por parte de los proyectistas sobre las imposiciones que reciben por parte de sus clientes en cuanto al diseño cuyo objetivo primordial es satisfacer los gustos impuestos por el mercado inmobiliario. Sin embargo, dichos gustos, que se relacionan directamente con los esfuerzos de promoción y publicidad de los proyectos multifamiliares de vivienda, derivan del talento e intenciones de los propios arquitectos que les anteceden.
Tanto los estilos históricos como las tendencias modernistas, son obras de los diseñadores, que aliados con los ingenieros y administradores, ofrecen al público las casas que necesitan, con motivaciones lucrativas para todos los involucrados. Por ello, el realismo y la utopía no son conceptos opuestos cuando se utilizan en el contexto de los proyectos urbanos. Muchas ideas utópicas en su nacimiento, como “La Villa Radiante” (Ville Radieuse, 1922) de Le Corbusier, fueron adoptados por casi todos los gobiernos y promotores de la época y fueron repetidos incontables ocasiones como modelos de desarrollo de ciudades modernas, rodeadas de espacios verdes.
La complicidad entre arquitectos y promotores es terreno fértil para el desarrollo de ideas críticas. Cuando existe una sinergia entre ambos y los involucrados cuentan con la amplitud de criterio y visión a futuro suficientes, los resultados pueden propiciar grandes cambios y mejoras en los modelos de vida urbana. Aunque sabemos que también pueden propiciar lo contrario, cuando la visión se reduce únicamente a generar ganancias para los inversionistas.
Lorenzo Rocha

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