jueves, 17 de junio de 2021

PRAGMATISMO

Sarah Whiting y Robert Somol publicaron en 2007 un interesante ensayo en la revista Perspecta titulado “Notes around the Doppler Effect and other moods of Modernism”, en el que plantean una manera “caliente” y densa de hacer arquitectura (crítica) y otra “fría” y relajada, que se acerca más al pragmatismo.

La credibilidad del sector profesional dedicado a la arquitectura y al diseño urbano, ha disminuido notablemente en los últimos tiempos debido a dos factores éticos importantes, que se relacionan con una marcada tendencia hacia el pragmatismo. 
El primero de ellos, al que llamaré “Factor alimenticio” consiste en una justificación económica para llevar a cabo cualquier tipo de práctica profesional, incluso contraria a los principios morales de los involucrados, bajo el cobijo de la necesidad de llevar la comida a casa a cualquier costo.
La segunda justificación, parecida a un “Efecto dominó”, se verifica cuando el profesional realiza su práctica de un modo éticamente cuestionable, escudándose detrás de la coloquial frase: “si no lo hago yo, lo hará otro”. 
En principio, ambas excusas podrían funcionar, ya que se fundamentan en necesidades primarias de trabajo legitimo. Sin embargo, los arquitectos que se guían por el simple pragmatismo y practican la profesión de forma laxa y con miras cortas, a la larga se dañan a sí mismos y al resto de sus colegas, ya que marcan precedentes que quedan fijos en las prácticas de todos los demás. Si un arquitecto acepta trabajar por honorarios inferiores a los aranceles aprobados, presenta presupuestos falsos y valoraciones tendenciosas, si accede a violar los reglamentos y obtener permisos fraudulentos corrompiendo a las autoridades o simplemente cede ante los caprichos injustificados de sus clientes y promotores, es probable que obtenga el encargo profesional, pero en el mediano y largo plazo puede acarrearle mayores daños que beneficios.
Los organismos profesionales colegiados deben ser más activos en la defensa del trabajo profesional ético y sería necesario que defendieran a sus agremiados de los abusos de la autoridad y de la competencia desleal de sus pares.
Lorenzo Rocha

 

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