jueves, 12 de agosto de 2021

PSICOGEOGRAFÍA

En 1958 los miembros de la revista parisina “Internacional situacionista”, definieron la psicogeografía como: “El estudio de los efectos precisos del medio geográfico, acondicionado o no conscientemente, sobre el comportamiento afectivo de los individuos”.
El filósofo francés Guy Debord, elaboró en 1956 su “teoría de la deriva”, la cual proponía recorridos aleatorios por zonas urbanas marginales. Se trata de ejercicios o prácticas artísticas que se relacionan con caminatas sin rumbo fijo por la ciudad, en las que los participantes se dejan llevar por cualquier estímulo que llame su atención. El objetivo de dichos paseos era la elaboración de “situaciones construidas”, que son dinámicas creadas de modo efímero por sus miembros, las cuales llevaban implícita una crítica al supuesto orden urbanístico de los barrios periféricos, los cuales dejaban dentro de su planificación, grandes áreas indefinidas e inhóspitas. Estos grandes vacíos urbanos son definidos por el arquitecto italiano Francesco Careri como “Ciudad difusa”, dado a que su gran extensión impide la escala urbana necesaria para la convivencia social en espacios públicos.
El urbanismo moderno, al favorecer al automóvil y al transporte público motorizado, por encima de la movilidad peatonal o ciclista, adquirió una escala demasiado amplia que dificulta los encuentros entre las personas. Las calles y avenidas son demasiado anchas para poder cruzarlas fácilmente, las plazas quedan aisladas del tejido urbano y sus distancias de las viviendas desalientan a la gente a visitarlas. Las autopistas han suprimido todo tipo de tránsito que no sea a gran velocidad, la mayoría de ellas carecen de aceras y de ciclovías. Muchos parques, incluso en la ciudad de México solo son accesibles en automóvil, lo cual desvirtúa su función de reservas para entrar en contacto con la naturaleza.
Incluso ahora, que han transcurrido más de 60 años desde que los filósofos y artistas situacionistas iniciaron los mapas mentales que ponían de manifiesto los defectos del urbanismo moderno, la circunstancias parecen repetirse y los arquitectos parece que no hemos aprendido las lecciones de la historia, que lleva casi un siglo mostrándonos que los automóviles, camiones y trenes no pueden ser los elementos rectores de las trazas urbanas. Los habitantes son los que tienen claras sus prioridades y ellos piden desesperadamente, espacios de convivencia, lugares para que sus hijos jueguen y sitios seguros y agradables donde pasear y hacer ejercicio al aire libre.
Lorenzo Rocha

 

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