El arquitecto alemán Niklas Maak, quien además de ser profesor en la Universidad de Francfort, también trabaja para el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, ha desarrollado una interesante teoría acerca de las tipologías de los edificios que se construyen para alojar a las computadoras y a almacenar los datos a gran escala.
En distintos lugares del mundo, existen edificios de grandes dimensiones en los que trabajan muy pocas personas y donde residen las máquinas que sostienen al enorme cúmulo de información y operaciones de las grandes corporaciones, los bancos, las compañías aseguradoras, los gobiernos y todos los servicios informáticos que normalmente llamamos “la nube”. Estos edificios son muy concretos y consumen gran cantidad de energía. Al contrario de su mote, no están compuestos por gases ni vapor de agua, sino por materiales como el acero y el hormigón. Son fortalezas que alojan y mantienen las condiciones de temperatura y humedad necesarias para el óptimo funcionamiento de unidades de operación y almacenamiento de datos. La mayor parte de ellos se encuentra en los Estados Unidos, en sitios remotos o desérticos donde el suelo es barato, pero también hay gran cantidad de ellos en China y en Europa, por su lógica conexión con los centros de mayor concentración de manufacturas y con los centros financieros mundiales.
Niklas Maak sostiene que le parece extraño que estos edificios no estén a la vista de los ciudadanos, ya que en ellos se asientan las organizaciones del poder político y económico de la actualidad, como antes eran los edificios gubernamentales y religiosos. También ha especulado con sus alumnos sobre la posibilidad de añadirles otros servicios, como jardines, piscinas y huertos en sus cubiertas.
El espacio que ocupan estas infraestructuras y todas las demás, que sostienen nuestro bienestar, no tienen necesidad de ser visibles, ni cumplir con una segunda utilidad, además de la primordial. De hecho la infraestructura por definición, es todo aquello de lo que nos percatamos solo cuando no funciona.
Lorenzo Rocha
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