jueves, 21 de abril de 2022

ESPACIO VACÍO

Dos libros del antropólogo español Manuel Delgado, resultan fundamentales para comprender los fenómenos urbanos, más allá de las formas arquitectónicas, estos son: “El animal público” (1999) y “Sociedades movedizas” (2007).


El espacio nunca está realmente vacío. Las ciudades nunca pueden planearse efectivamente hasta el ultimo metro cuadrado, siempre quedarán espacios desaprovechados. La planificación y la burocracia son paradójicas, mientras más se planifica, más queda por planificar y regular. Del mismo modo la burocracia siempre produce más burocracia. Al respecto, Manuel Delgado opina: “Como forma radical de espacio social que es, el espacio urbano no existe —no puede existir— como un proscenio vacío a la espera de de que algo o alguien lo llene. No es un lugar donde en cualquier momento pueda acontecer algo, puesto que ese lugar se da solo en tanto ese algo acontece y solo en el momento mismo en que lo hace”. Estudiar disciplinas como la antropología o la sociología, nos recuerda que lo urbano es un acontecimiento social, poco tiene que ver con su diseño, el dibujo es secundario, lo que realmente importa es el hábitat.

Mientras más planificamos las ciudades, produciremos siempre más espacios vacíos, lugares a los que la gente no se sienta atraída. En la oposición entre la planificación y el anarquismo radica un cierto desasosiego, el malestar de la arquitectura, una serie infinita de indecisiones.

“Espacio también en el que los individuos y los grupos definen y estructuran sus relaciones con el poder, para someterse a el, pero también para insubordinársele o para ignorarlo”, nos dice Delgado. Los usuarios siempre utilizarán el espacio en formas no pensadas ni previstas por los urbanistas, sobre todo porque los primeros son sujetos críticos y políticos que buscan la expresión de su individualidad, mientras que los últimos están al servicio del poder.

En el plano o en el mapa no actúan las fuerzas sociales, en parte también por que aun no existe una cartografía suficientemente crítica, que contemple el desarrollo de la configuración y el uso del espacio a través del tiempo. Es cierto que el futuro es impredecible, pero el diseño urbano hecho en el presente, debe intentar no ser un obstáculo para las posibles dinámicas por venir. Por ejemplo, la excesiva zonificación y los suburbios unifuncionales de los años sesenta y setenta, dificultan notablemente su uso readaptativo, solamente por la altura y densidad de las construcciones y por la anchura de las avenidas, lo cual los hace inviables para una readaptación peatonal. Por otra parte, los barrios un poco más antiguos, son muy adecuados para el comercio en planta baja, por sus áreas verdes y por sus estrechas calles facilitan el desplazamiento de las personas a pie y en bicicleta.

Lorenzo Rocha

 

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