miércoles, 6 de julio de 2022

APOLOGÍA DEL AUTOMÓVIL

Jean Robert, filósofo suizo-mexicano recientemente fallecido, escribió el libro “Los cronófagos. La era de los transportes devoradores de tiempo”. En este libro, el autor aplica el concepto de “contraproductividad estructural” de Ivan Iliich en cuestiones de urbanismo y movilidad.

El urbanista estadunidense Melvin Webber, utilizó el término “Motopia” para referirse a la ciudad contemporánea, la cual creció de la mano con el automóvil.El problema que ha acarreado la industria automotriz para el urbanismo moderno no solo ha sido la contaminación ambiental, que ya sería  bastante, sino el enorme esfuerzo para crear la infraestructura vial, sus repercusiones en la escala de las ciudades y la disminución de la calidad de la vida urbana. En este contexto, no es exagerado el comentario que hizo el teórico inglés Kenneth Frampton, en una entrevista publicada en el diario El País en 2011: “El automóvil es el invento más apocalíptico de todos los tiempos, más aún que la bomba atómica”.
Es muy poco probable que el uso del automóvil vaya a disminuir en el futuro próximo, quizá aumente la cantidad de vehículos eléctricos, pero a estas alturas el efecto que ha causado en las ciudades parece irreversible.
Por estos motivos, encuentro muy cuestionable que el museo Guggenheim de Bilbao haya organizado la exposición “Motion. Autos, art, architecture”, curada por Norman Foster, la cual presenta la evolución de este medio de transporte desde su invención a finales del siglo XIX. La calidad de la muestra es sin duda excelente, los autos expuestos son muy bellos y la documentación sobre arquitectura y tecnología es notable, el cuestionamiento a esta exposición es de tipo ideológico. ¿Porqué justo ahora, en vista de los efectos negativos que ha provocado el coche en la sociedad, una institución tan prestigiosa ha decidido hacer una exaltación de la estética de los vehículos?
No cabe duda que casi todas las personas adoran a sus coches, probablemente esto se debe a que no solamente se trata de máquinas para transportarse, sino también son objetos que representan a sus aspiraciones y como signos de status social. También son innegables los efectos que los coches tienen sobre la arquitectura, concebida como “máquina para habitar”. Basta con revisar la serie textos “Ojos que no ven…”, escritos por Le Corbusier en 1921 en L’Ésprit Nouveau, después de los cuales crea su prototipo de vivienda “Maison Citrohän ”, una alegoría del automóvil Citroen. Por otra parte, no sorprende que el arquitecto Norman Foster tome una postura favorable al automóvil como objeto de diseño, ya que su orientación favor la alta tecnología constructiva se ha manifestado a lo largo de su extensa carrera.
Lorenzo Rocha

 

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