William Morris (1834-1896), artista y escritor inglés, representante principal e ideólogo del movimiento decorativo Arts and Crafts, dijo: Nadie, desde el arquitecto hasta el más humilde obrero, podrá decir “Esta es mi obra”, sino “Esta es nuestra obra”.
El Arts and Crafts fue un movimiento de reacción en contra de la industrialización dentro de las artes aplicadas, se manifestó principalmente en los textiles, muebles, arquitectura interior y objetos de uso cotidiano. Surgió a partir de una exposición homónima realizada en Londres en 1867 y perduró con ciertas transformaciones hasta finales del siglo XIX.
La cuestión de la autoría de proyectos y obras arquitectónicas se volvió cada vez más incierta a medida que se incorporaron a ellos, las técnicas de la prefabricación y de la producción en serie a partir de 1910.
Los arquitectos del modernismo fueron perdiendo humildad y cada vez se adjudicaron con mayor descaro la autoría absoluta de sus proyectos, costumbre que perdura hasta nuestros días.
En la actualidad existen algunas prácticas espaciales que incorporan la participación de los habitantes y ciudadanos en el proceso de diseño y ejecución de las obras. En muchos de estos casos, los arquitectos presentan los resultados finales como suyos, sin mencionar en absoluto a las demás personas involucradas en el proceso.
Por ejemplo, el arquitecto chileno Alejandro Aravena, ha desarrollado un notable y muy difundido trabajo de producción de viviendas populares llamado Elemental. El programa consiste en construir los elementos básicos de la vivienda y habilitar solo la mitad de ella para su uso inmediato, dejando la otra mitad pendiente hasta que la familia ocupante la complete usando sus propios medios y diseñándola a su gusto. Esta es sin duda una excelente estrategia dada la precariedad general de la vivienda mínima en Latinoamérica. Pero, sería justo que el arquitecto mencionara a las personas que han diseñado y construido la ampliaciones, cuando publica estos proyectos.
Otro caso, más extremo y polémico, es el “no-diseño” de la Plaza Léon Aucoc en Burdeos en 1996, una anécdota de la pareja de arquitectos franceses Lacaton y Vassal, que ha sido elevada a la categoría de leyenda urbana. Ante el encargo del ayuntamiento, los arquitectos se negaron a intervenir en la plaza argumentando que su “embellecimiento no era posible”. No obstante, la plaza aparece en su lista de proyectos realizados, ya que no tuvieron la previsión de investigar quién la había construido originalmente. Su conclusión fue “renovar la grava, limpiar la plaza más a menudo, sanear los árboles y modificar ligeramente la circulación vehicular”. ¿Son estas simples acciones, suficientes para reclamar la autoría de un proyecto? ¿no mencionar al legitimo diseñador de la plaza, no será un claro caso de usurpación?
Lorenzo Rocha
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