jueves, 19 de enero de 2023

LIBERTAD

Los arquitectos trabajamos por medio de encargos directos de nuestros clientes o bien, por nuestra participación en concursos tanto públicos como privados, quienes tenemos experiencia en ello sabemos que el proyecto está contenida en su enunciado.

En la enseñanza universitaria del proyecto arquitectónico, encuentro una confusión al momento de interpretar los enunciados o planteamientos que dan origen al proyecto como ejercicio didáctico. Casi todos estos enunciados elaborados por los profesores, contienen en sí mismos un trabajo conceptual que restringe el campo de acción de los estudiantes. Normalmente incluyen programas de necesidades que especifican los elementos y los espacios que deberá cumplir cada proyecto y sus áreas, lo cual deja un escaso margen de acción a los alumnos. 
Antes de comenzar los cursos, los docentes ya han elegido el sitio para la actuación, el tema de los edificios, su área y su volumetría. Al estudiante le resta solamente la interpretación de estas condiciones y el diseño específico de una solución constructiva, que no es poca cosa, pero que después es criticada y juzgada por sus maestros.
La teoría suele considerarse en este contexto como un accesorio, como una justificación escrita de las decisiones tomadas por los alumnos, que en ocasiones pasa incluso sin ser leída ni discutida a fondo por el grupo. Sin embargo, el análisis teórico previo al desarrollo de un proyecto, podría facilitar ampliamente las decisiones que se tomen posteriormente. También las consideraciones intelectuales son capaces de cuestionar los motivos enunciados en el proyecto y a mejorarlos, lo que de algún modo, contribuiría al ascenso del diseñador dentro de la cadena de decisiones.
Esta situación llama a una reconsideración urgente del modo como se ejercita y enseña el diseño. El modo como se ha enseñado desde hace varias décadas es altamente ineficiente y contribuye muy poco a preparar a los alumnos para el ejercicio profesional. Además de diseñadores, los estudiantes deberían aprender a ser promotores, a plantear ellos mismos los problemas que resolverán y a pensar de manera crítica.
Lorenzo Rocha

 

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