La arquitectura es una de las pocas artes en las que son los propios arquitectos y arquitectas quienes se ocupan de analizarla, además de producirla. Son pocos los casos en que otros profesionales como los historiadores del arte se ocupan de estudiarla.
Cuando se estudia a profundidad la obra de algún pensador en concreto, encontramos que sus conceptos pueden reducirse a unas pocas palabras. Los discursos que componen la obra de Kenneth Frampton, han sido recientemente ordenados por él mismo en siete puntos los cuales expuso en clave retrospectiva durante su ponencia inaugural en memoria de Robert Maxwell en abril de 2021, conferencia dictada de manera remota para la Universidad de Liverpool.
Estas siete palabras son: espectáculo, megalópolis, asentamiento, regionalismo, tectónica, megaforma y paisaje. Como conceptos que han guiado la obra del notable crítico, sintetizan y realizan un potente resumen de los dilemas o “predicamentos” que ha sufrido la arquitectura moderna durante los últimos 50 años. Muchos de estos conceptos ya habían sido expuestos por él anteriormente en términos similares, sobre toto en su ensayo titulado “En busca del paisaje moderno”, texto que tuvo su origen en otra conferencia dictada por Frampton en el Museo de arte moderno de Nueva York en 1989. Este texto fue traducido y publicado en español en 1998 en la revista argentina Block, de la Universidad Torcuato di Tella.
En los últimos tiempos, los teóricos de la arquitectura han ido alejándose de lo sintético para centrarse en investigaciones muy precisas y pormenorizadas que por su profundidad han perdido hasta cierto punto, la virtud de comunicarse con lectores no expertos en sus materias de estudio. Este fenómeno también ha provocado que los críticos pierdan el protagonismo que solían tener cuando abordaban temas que abarcaban todos los aspectos de la profesión.
Antaño había una tendencia que hacía hegemónica la voz de un crítico durante un cierto período de tiempo (siempre figuras masculinas) y este pasaba la estafeta a sus discípulos, los cuales renovaban sus conceptos marcando períodos de análisis ideológicamente identificables. También hubo disidencias y propuestas contrarias simultáneas, pero todo ello parece haberse atomizado, lo cual hace sin duda más eficientes las discusiones sobre teorías particulares. De ese modo la academia de hoy en día es mucho menos personal que antes y ha dejado de estar dominada por figuras únicas, abriéndose a la participación mucho más activa de las mujeres y de los circuitos periféricos, incluso desde el punto de vista geopolítico.
Lorenzo Rocha