En 2024 el Espacio escultórico y el paisaje del Pedregal de San Ángel recibieron Premio Carlo Scarpa, que otorga la Fundación Benetton Studi Ricerche. Al premio le acompaña una exposición y un catálogo con fotografías, textos y análisis de muy alta calidad.
En 1979 un grupo de seis escultores compuesto por: Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Hersúa, Sebastián y Federico Silva, fueron comisionados por la UNAM, para instalar obras de arte en la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel. Los artistas trabajaron de manera colectiva para diseñar un espacio circular de 120 metros de diámetro delimitado por 64 prismas triangulares realizados en concreto armado. El espacio circunscrito es simplemente el suelo original del lugar cubierto de lava volcánica y de múltiples especies endémicas de flora y fauna. El proyecto provoca reflexiones en multiples niveles, desde aquellos plásticos y estéticos, hasta los aspectos del paisaje en el contexto urbano. El Pedregal de San Ángel un area natural considerada por mucho tiempo como inútil para la agricultura e incluso para la urbanización, se transformó en la segunda mitad del siglo XX en suelo muy cotizado para las promociones inmobiliarias. Gracias a la UNAM, se ha podido conservar una parte de este paisaje como reserva ecológica, por este motivo el Espacio escultórico se ha convertido en un símbolo de dicha transformación.
Los artistas publicaron un manifiesto un año después de concluir la obra, en cual adoptaron una postura crítica contra el arte público y sus relaciones con los poderes políticos y económicos. En el texto reivindican el derecho de los habitantes a la belleza en la ciudad. Los seis artistas se declaran como individuos que “intentaron poner en práctica principios olvidados por cientos de años, buscar hacer del arte un gran acontecimiento para todos y para siempre, superando, al menos en esta experiencia, el voluntarismo individualista autosuficiente y caduco.”
La obra es sin duda un ejemplo muy interesante de un tipo de arte que invita al uso social del espacio, a las reflexiones ecológicas y al trabajo colectivo por encima de las consideraciones específicas de ninguno de sus creadores en particular, los cuales cedieron la autoría al grupo para permitir una obra de arte protagonizada por el lugar de su construcción.
Lorenzo Rocha
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