En 1971, el grupo radical italiano Archizoom, publico su proyecto No-stop City, una estructura que cubriría grandes superficies y borraría las diferencias habituales entre el espacio interior y exterior.
Andrea Branzi (1938-2023) fue un arquitecto italiano que desde muy joven buscó aplicaciones radicales del diseño. En 1966 fundó Archizoom con Gilberto Corretti, Paolo Deganello, Massimo Morozzi, y la pareja de Dario y Lucia Bortolini, colegas suyos que estaban inconformes con las representaciones arquitectónicas de la época.
Sus ideas se relacionaban con la disolución de la ciudad y de los edificios como objetos aislados. Desde aquella época, la climatización artificial y la flexibilidad estructural permitían, como ahora, la construcción de grandes estructuras y superficies diáfanas que funcionan sin constituir formas singulares, ni ser innovadoras tecnológicamente, como es el caso de los supermercados, pabellones industriales y edificios para oficinas. Los miembros de Archizoom, visualizaron estructuras a nivel paisajista y territorial en cuyo interior los habitantes, una sociedad neo-primitiva, podía ocupar espacios libremente con instalaciones habitables efímeras y llevar una vida simple y natural, sin la necesidad de ropa ni mobiliario.
De ese modo, la ciudad se habría transformado en un gigantesco edificio sin principio ni fin, que en situación extrema daría la vuelta al planeta entero, borrando los límites entre ciudad y campo, vivienda y espacio público, en fin, un hábitat continuo y anónimo, en el que la población se dedicara a gozar la vida sin inhibiciones.
El fenómeno contra-cultural de esta época, en el que se identifican otros grupos como Superstudio y Archigram, se dedicó a cuestionar irónicamente al modernismo arquitectónico urbano. Sin pretender que sus diseños se llevaran a cabo, fueron proyectos concebidos como distintos modos de critica social. La paradoja que plantean, aunque debe tomarse con las reservas de su naturaleza radical, es la desaparición de los límites entre lo urbanizado y la naturaleza, el espacio público y privado. Ahora existen algunas megaestructuras o “Islas urbanas”, grandes complejos comerciales y habitacionales que parecen no terminar nunca, pero no llegan a parecerse en absoluto a estos proyectos utópicos.
Lorenzo Rocha
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