jueves, 26 de enero de 2023

TÉCNICA Y CREATIVIDAD

La técnica es indispensable para la creación cultural, es lo que existe como elemento más verdadero en la obra de arte. En la arquitectura además de técnica se necesita creatividad, lo cual convierte a las personas dedicadas al diseño y a la construcción, en artistas con capacidades para producir obras trascendentes.

Existen diferencias importantes entre las maneras de concebir por una parte a la ciudad y a la construcción como actividades profesionales de indole puramente técnico y por otra parte, como formas de entender la arquitectura y el urbanismo como disciplinas culturales y creativas que se encuentran más allá de la técnica y forman parte de la cultura del tiempo y lugar donde se localizan.
La gestión cultural crítica, una que sea consciente de las relaciones de poder que la atraviesan y que consiga politizar las prácticas vinculadas con su ejercicio, se encuentra estrechamente relacionada con las prácticas artísticas de inserción social, como pueden ser las actividades didácticas llevadas a cabo con las distintas comunidades y desde luego con actividades operativas como el diseño y la construcción, enfocados de manera crítica. La participación del público en dinámicas de participación y en la toma de decisiones para su comunidad, son factores decisivos dentro de la riqueza cultural arquitectónica y urbana.
En su texto escrito en 2011 “¿Qué es lo contemporáneo?”, Giorgio Agamben establece la relación entre poesía y práctica, sintetizándola en la producción. Aunque él no le llama creación, sí podríamos equiparar a la poiesis con ésta y a la praxis como la realización de la creación artística. Este binomio se verifica claramente en la arquitectura, el proyecto es la poiesis y la construcción es la praxis. Sin embargo, me parece que podríamos añadir la techné y pasar de un binomio a una triada. La techné es literalmente el arte, la habilidad, la destreza en el trabajo, o bien la habilidad con las manos, indica la manera más concreta y física de crear. Según mi colega, el arquitecto neerlandés Wim van den Bergh en la triada cabe perfectamente el perfil de Dédalo, el personaje mitológico griego que más se asemeja a un arquitecto, igualmente hábil en el dominio la técnica, como creativo para la invención.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 19 de enero de 2023

LIBERTAD

Los arquitectos trabajamos por medio de encargos directos de nuestros clientes o bien, por nuestra participación en concursos tanto públicos como privados, quienes tenemos experiencia en ello sabemos que el proyecto está contenida en su enunciado.

En la enseñanza universitaria del proyecto arquitectónico, encuentro una confusión al momento de interpretar los enunciados o planteamientos que dan origen al proyecto como ejercicio didáctico. Casi todos estos enunciados elaborados por los profesores, contienen en sí mismos un trabajo conceptual que restringe el campo de acción de los estudiantes. Normalmente incluyen programas de necesidades que especifican los elementos y los espacios que deberá cumplir cada proyecto y sus áreas, lo cual deja un escaso margen de acción a los alumnos. 
Antes de comenzar los cursos, los docentes ya han elegido el sitio para la actuación, el tema de los edificios, su área y su volumetría. Al estudiante le resta solamente la interpretación de estas condiciones y el diseño específico de una solución constructiva, que no es poca cosa, pero que después es criticada y juzgada por sus maestros.
La teoría suele considerarse en este contexto como un accesorio, como una justificación escrita de las decisiones tomadas por los alumnos, que en ocasiones pasa incluso sin ser leída ni discutida a fondo por el grupo. Sin embargo, el análisis teórico previo al desarrollo de un proyecto, podría facilitar ampliamente las decisiones que se tomen posteriormente. También las consideraciones intelectuales son capaces de cuestionar los motivos enunciados en el proyecto y a mejorarlos, lo que de algún modo, contribuiría al ascenso del diseñador dentro de la cadena de decisiones.
Esta situación llama a una reconsideración urgente del modo como se ejercita y enseña el diseño. El modo como se ha enseñado desde hace varias décadas es altamente ineficiente y contribuye muy poco a preparar a los alumnos para el ejercicio profesional. Además de diseñadores, los estudiantes deberían aprender a ser promotores, a plantear ellos mismos los problemas que resolverán y a pensar de manera crítica.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 12 de enero de 2023

APARIENCIAS

“Hoy, cada momento de la apariencia estética trae consigo la incoherencia estética, contradicciones entre lo que la obra de arte parece y lo que la obra de arte es… legalidad estética: que la obra se asemeje a su propio ideal objetivo, no al del artista.” Theodor W. Adorno Teoría estética.

Durante el modernismo, la arquitectura se sometió a una serie de reglas compositivas que tendieron a la instauración de un sistema objetivo y funcional para gobernar a la disciplina proyectual. El funcionalismo, una de las corrientes con mayores repercusiones a nivel global, se convirtió en la expresión artística más pura y objetiva, en la que el gusto popular quedó marginado del juicio estético.
Desde entonces, las decisiones del proyectista han quedado colocadas por encima del gusto popular y le han dado al arquitecto, una autoridad superior al resto de las personas, todo ello en nombre de su elevado conocimiento y su fundamento racional como experto. Pero el público en general, nunca ha perdido su derecho a elegir según su gusto y si éste difiere del de los expertos, optará por encargar la construcción a un técnico que cumpla sus deseos al pie de la letra, o bien en muchos casos, construirá él mismo su propia vivienda. Entonces los expertos sancionarán que estas prácticas no son arquitectura, alejándose aun más de una comunicación sana con las personas comunes.
Tanto los teóricos de la estética de la ilustración como Kant y Hegel, como los modernos, como Benjamin y Adorno, han contribuido a separar al arte de su público, mediante consideraciones profundas sobre la separación entre la utilidad y la belleza, que es inexistente ante los ojos de quien no es experto, y no sea arquitecto, artista, o filósofo. De este modo, todo aquella construcción que presente referencias literales a estilos históricos o que pretenda imitar a la arquitectura exótica de otras latitudes, simplemente será condenada como “de mal gusto”, sin ningún reconocimiento de las formas de expresión popular, que son inseparables de aquellas consideradas como parte de una “alta cultura”.
Lorenzo Rocha (foto: Adam Wiseman)

 

jueves, 5 de enero de 2023

FUTILIDAD

“El universo es más vasto que nuestro espíritu, la vida es corta, la educación demasiado larga, la verdad es infinita”. Henri Bergson, discurso pronunciado en una graduación de liceo, 1882.

Los humanos pasamos la mayor parte nuestras vidas, “preparándonos para la vida”, hasta que es demasiado tarde y nuestro tiempo de vida se ha terminado. Esto puede ser deprimente para algunos, por ejemplo para los filósofos, los escritores o los poetas, pero para la mayoría de las personas es normal, ya que la vida tiene muchas etapas y es mejor estar preparados para cada una de ellas. Quizá por esta razón, la gran mayoría de las personas comunes no saben lo qué es la futilidad. 
En realidad la palabra futil solo significa “algo sin mucha importancia”, pero cuando se aplica al sentido de la vida, el vocablo se llena de melancolía y provoca en los filósofos una sensación de angustia, que va desde el auto desprecio y a la sensación de pequeñez del individuo frente a la vastedad del universo.
¿Qué sentido tiene realizar estudios universitarios de posgrado en la madurez, cuando no habrá tiempo ya para desarrollar una carrera académica? ¿De qué sirve ahorrar dinero para el retiro si en la vejez no podremos disfrutarlo del mismo modo que cuando éramos jóvenes?
Me parece que estas consideraciones son extremadamente positivistas, que se centran en la relación entre costos y beneficios, dejando de lado el hecho de que la vida sucede aquí y ahora. Lo que para algunos es una inversión a futuro, para otros es vivir plenamente en el presente y satisfacer los deseos aunque no haya razones lógicas para hacerlo. Es importante guardar prudencia y ser mesurados para preservar la estabilidad, pero al mismo tiempo nuestras decisiones deben tomar en cuenta factores tanto cualitativos como cuantitativos, ninguno de ambos debe prevalecer sobre el otro. Alta calidad en baja cantidad equivale a alta cantidad de baja calidad, lo óptimo está en el balance. Lo más común es que la abundancia sea la meta más apreciada, pero puede ser que la escasez, o mejor dicho, la austeridad, resulte mejor en el largo plazo.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 29 de diciembre de 2022

CONTRA-UTOPIA

Hoy en día quien desee hacer hablar a la arquitectura se verá forzado a recurrir a materiales que carezcan de todo significado. Será necesario reducir al grado cero toda ideología, todos los sueños de la función social y todo residuo de utopía. Manfredo Tafuri LʼArchitecture dans le boudoir
 
En las ciudades contemporáneas parece inevitable la llegada de una época contraria a la utopía, al idealismo urbano que comenzó en el siglo XVI y que llegó al máximo durante el modernismo.
En la ciudad de México, sin duda el punto más alto de la osadía por parte de los planificadores, los gobernantes. los urbanistas y los arquitectos sucedió durante las años sesenta del siglo XX. Quizá la unidad habitacional Nonoalco-Tlatelolco con sus 15,000 viviendas, inaugurada en 1964, represente ese punto máximo. 
Los acontecimientos subsecuentes, dañaron al proyecto tanto simbólicamente como en su propia materialidad. La brutal matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas el 12 de octubre de 1968 y el violento terremoto del 19 de septiembre de 1985, dieron al conjunto y a su imagen utópica un tinte macabro y traumático.
El crecimiento urbano desde entonces no ha cesado ni mucho menos disminuido, las ciudades se han expandido ilimitadamente y se han construido cientos de miles de nuevas casas, sin embargo, su papel representativo del progreso nacional ha cambiado radicalmente.
Hoy en día la ciudad se nos presenta como un producto con valor estrictamente económico, las opciones de vivienda y servicios se evalúan en relación a costos y beneficios. Las decisiones de mudanza de un barrio, de una ciudad e incluso de un país a otro, se sujetan a las ofertas que el mercado nos presenta y a las complejas clasificaciones mercadotécnicas que nos ubican en casillas muy precisas según nuestro poder adquisitivo, nuestro historial de crédito y en general nuestro perfil socioeconómico. ¿Son estos factores puramente ideológicos? ¿El mercado es la nueva teoría social? ¿Hay posibilidades de utopías futuras? En este momento todo ello parece imposible, o al menos altamente incierto.
Para los arquitectos es seguro que se ha terminado la cuestión del estilo, tan importante durante el modernismo. Aquellos que se preocupan por devolver, dentro de lo posible, el carácter social a la arquitectura, piensan mucho más en el uso y en el diálogo entre los espacios y las personas, que en la forma del edificio. De hecho, existen gran cantidad de operaciones arquitectónicas que no implican construcción, como el uso readaptativo de edificios obsoletos o los usos temporales de espacios público y privados, todos ellos mediante formas comunitarias de organización, un pragmatismo extremo, que ha abandonado toda esperanza de un futuro urbano fundamentado en el diseño y en las técnicas constructivas.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 22 de diciembre de 2022

ESTÉTICA SOCIAL

“Por estética entiendo la articulación entre la organización social de la vida, la estructura de la percepción y la configuración de una experiencia sensible compartida”. Paul B. Preciado “Dysphoria mundi”

En su libro más reciente, Paul B. Preciado explica su idea de nuestro mundo actual, como un lugar en lo que todo lo personal también es político y afirma: “El tiempo se ha desordenado, se ha vuelto disfórico.” (inaguantable, insostenible).
Theodor W. Adorno declaró en su importante obra “Teoría estética”, en 1970, que la definición de estética simplemente como el estudio de la belleza, había sido superada por la realidad social de su época, al punto de considerarla obsoleta. “La definición de la estética como teoría de lo bello sirve de muy poco porque el carácter formal del concepto de belleza se desvía del contenido pleno de lo estético. Si la estética no fuera otra cosa que un catálogo sistemático de lo que alguna vez se consideró bello, no nos daría ninguna idea de la vida en el concepto de lo bello.”
Uno de los ejemplos que Adorno utiliza para ilustrar la relación entre lo bello y la utilidad o la función de la arquitectura es la Philharmonie Berlin, proyecto del arquitecto Hans Scharoun, realizado en 1960 e inaugurado en 1963. En un pasaje muy interesante de su teoría estética, el autor describe a la “Gran arquitectura”, como aquella  que integra de modo mimético la función con la forma, pero sin imitar el contenido mediante la forma. Para Adorno: La Philharmonie de Scharoun es bella porque, para crear condiciones espaciales para la música orquestal, se vuelve similar a ella, sin tomar nada prestado de ella.”
Es muy importante hoy en día que los arquitectos visualicemos con claridad la función social del diseño, ya que mediante nuestro trabajo, somos los transmisores de los mensajes que se originan desde el poder, aunque muchos de nosotros no seamos conscientes de ello. La arquitectura expresa inevitablemente mediante la forma construida, los valores de la sociedad en la que se origina.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 15 de diciembre de 2022

DECRECIMIENTO PLANIFICADO

En los años setenta del siglo pasado, los economistas partidarios de la “Teoría de la regulación”, argumentaron a favor de la “periodización” del capitalismo del siglo XX. Sostuvieron que debía llegar la “ruptura crítica” de un régimen de acumulación y la superposición de una nueva manera cíclica de distribución de la riqueza.

¿El crecimiento ilimitado de las ciudades sigue siendo una alternativa lógica para el desarrollo urbano contemporáneo? ¿Cómo enfrentaremos la finitud de los recursos naturales, sin combustibles fósiles y en un planeta cada vez más caliente en los próximas décadas? Los pensadores sobre el futuro de las ciudades, como Andy Merrifield, Neil Brenner, Roberto Espejo y otros más, se hacen preguntas similares. Enfrentamos procesos de urbanización planetaria que simplemente están fuera de toda lógica. A nosotros nos tocará planificar el inevitable decrecimiento urbano del futuro.
Los antecedentes de prácticas similares fueron calificados con toda razón durante los años sesenta del siglo pasado como “urbicidio”, por varios críticos de arquitectura como Ada Louise Huxtable y Marshall Berman. Los críticos se referían por ejemplo, a los eufemísticos nombres usados por los planificadores estadunidenses, como “Abandono benigno” (Benign neglect), término utilizado por Patrick Moynihan, el asesor urbano del presidente Nixon en 1969, para nombrar la destrucción intencionada de barrios deteriorados, considerados económicamente inviables, mediante la retirada de servicios e infraestructuras. En 1970, Roger Starr del Manhattan Institute, inventó el término “Disminución planificada” (Planned shrinkage), para designar la eliminación de barrios minoritarios pobres, en particular al sur del Bronx en Nueva York.
Desgraciadamente, los cambios radicales de los modelos económicos no suceden de manera suave, son rupturas necesarias que acarrean consecuencias graves y dolorosas para la sociedad. El decrecimiento urbano tendrá que llegar solo cuando se hayan agotado las alternativas para seguir creciendo.
Lorenzo Rocha

 

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