jueves, 26 de noviembre de 2009

SURREALISTA


De la legendaria anécdota sucedida al artista y teórico francés André Breton con un carpintero mexicano —durante su estancia en México hacia el final de la década de los treinta— deriva parcialmente su exclamación: “México es el lugar surrealista por excelencia”, frase que ha permeado en el lenguaje popular con un significado muy distinto del que tuvo originalmente.

Hoy en día se dice que México es surrealista por situaciones inverosímiles que suceden a diario (violencia, corrupción, burocracia, etc.), lo cual tiene poco que ver con el espíritu de dicho movimiento artístico, al que se refería Breton. Sin embargo, más allá de las anécdotas y aforismos, cuyo apego a los hechos es difícil de comprobar, en efecto los artistas del surrealismo hacían una distinción clara entre una persona que producía obras surrealistas y un individuo surrealista en sí mismo, aquella persona capaz de soñar con los ojos abiertos. Basta recordar el caso del poeta inglés Edward James, un hombre a todas luces surrealista, quien mientras construía Las pozas —su célebre jardín de cemento en Xilitla— despidió a un trabajador que osó interrumpirlo para preguntarle algo mientras el poeta hablaba con una flor. Los surrealistas, en particular Salvador Dalí y Luis Buñuel, se percataron que para ver más allá de la realidad no había que esforzarse excesivamente, bastaba con cerrar los ojos. James, como mecenas de muchos artistas surrealistas como el mismo Dalí, Man Ray y René Magritte, fue protagonista de este periodo histórico. De los retratos encargados a Magritte han trascendido al menos dos, que son parte del imaginario modernista, uno de ellos deriva de la fotografía del propio James, tomada por Man Ray (donde Magritte sustituye el rostro del poeta por un resplandor intenso), el otro, titulado “La reproducción prohibida” (en francés “La réproduction interdite”, 1937), que muestra a James de espaldas viendo su imagen en un espejo donde también aparece de espaldas, ha inspirado a más de un cineasta contemporáneo, sobre todo los del género de terror.

Lorenzo Rocha

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