jueves, 26 de agosto de 2010

OLVIDO CRÓNICO


En el ejercicio de la arquitectura y la construcción, nunca hay que olvidar que para construir algo, siempre se tiene que destruir otra cosa. Los casos más frecuentes de este proceso de sustitución y renuncia se dan en el medio urbano. La arquitectura siempre implica algun tipo de renuncia, renunciar al pasado por el presente, o renunciar al presente por el pasado. El conflicto entre tradición e innovación en arquitectura, se manifiesta en cualquier otro aspecto de la cultura. Una cultura sin innovación necesariamente desaparece, sin embargo también se precisa la preservación del patrimonio cultural para mantener con vida a un estado o nación.
Últimamente hemos estado observando la remodelación de la Alameda de la colonia Santa María La Ribera, una obra muy esperada y necesaria, sobre todo por la mejora del pavimento y las áreas verdes del este importante espacio público. No obstante que los vecinos han expresado sus quejas, las autoridades han elegido retirar las bancas de fierro fundido, que por años amueblaban la plaza. Estas bancas —que coincidían en el estilo y en la época en que fue instalado el Quiosco Morisco— fueron materialmente arrancadas de sus bases y apiladas como osamentas en una esquina de la alameda. La participación ciudadana en este proceso de transformación fue prácticamente inútil (recuerdo una acción del grupo out, en la que se preguntaba a los vecinos de la colonia: “¿quien quiere participar en decisiones que no cambian fundamentalmente nada?”). Se trata de una decisión muy desafortunada de parte del arquitecto que tiene en sus manos la remodelación, aunado al olvido crónico del que sufren las autoridades de la delegación Cuauhtémoc, que a pesar de encontrarse en una zona de una muy importante conservación patrimonial, constantemente omiten el cumplimiento de las normas establecidas en el plan parcial correspondiente a la colonia, que va perdiendo poco a poco sus inmuebles históricos, renunciando involuntariamente a su pasado, a favor de un futuro muy incierto.

Lorenzo Rocha

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