jueves, 23 de septiembre de 2010

CRUCE DE LENGUAJES


La arquitectura es una de las artes más complejas en cuanto a la definición precisa de su medio de expresión. Se percibe de modo sinestésico, mediante una experiencia corporal total. No existe un orden de importancia en los sentidos con los que la percibimos, aunque parezca que predomina la vista y el oído sobre los sentidos hápticos, aquellos que requieren proximidad (tacto, gusto y olfato).

La interpretación del espacio y objeto arquitectónico se compone de sus representaciones mediante el entrecruzamiento de lenguajes: palabras, imágenes y sensaciones físicas. La idea final con la que permanecemos tras visitar una obra arquitectónica, se complementa con lo que podemos leer acerca de ella y con las imágenes fotográficas que nos llegan, antes o después de haberla experimentado. La cámara fotográfica, ese “espejo con memoria”, captura un momento fijo, congela el tiempo e imprime todos sus componentes fugaces. Las imágenes mentales que las palabras y las fotografías nos despiertan, sirven como contraseña para recordar y reinterpretar la experiencia sensorial del espacio y de la obra arquitectónica en su totalidad.

La encrucijada donde entran en contacto las distintas modalidades del lenguaje —que en nuestra cultura es dominantemente visual y discursiva— constituye el punto donde se entrecruzan las experiencias y sus registros, que el ser humano es capaz de evocar por medio del intelecto, tanto activo como pasivo, para revivir la experiencia pasada. Sin olvidar que toda interpretación de un signo es a su vez un nuevo signo, conviene recordar lo que Michel Foucault escribe al respecto del lenguaje: “Las lenguas tienen con el mundo una relación de analogía más que de significación; o mejor dicho, su valor de signo y su función de duplicación se superponen; hablan del cielo y de la tierra de los que son imagen, reproducen en su arquitectura más material la cruz cuyo advenimiento anuncian”. ¿Será también aplicable el concepto de analogía a la imagen fotográfica y en última instancia a la arquitectura como lenguaje?

Lorenzo Rocha

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