jueves, 30 de diciembre de 2010

CICLO DE VIDA URBANA /II


Cuando se aplican a algún barrio popular urbano, las palabras “degradado” y “abandonado” son los pilares políticos de la gentrificación y justifican automáticamente la intervención de los ayuntamientos, que suelen arrojar como resultado su aburguesamiento. El adjetivo de “degradado”, aplicado a una zona urbana donde habita gente de bajos ingresos, significa que su población ha dejado de ser productiva y debe ser sustituida por otra de perfil más rentable. Cuando se dice que un barrio se encuentra “abandonado”, no quiere decir que se encuentra despoblado, sino simplemente que su población no cuenta con los recursos para su correcto mantenimiento.

Los procesos aquí descritos (la gentrificación y el aburguesamiento) marcan los puntos críticos de la transformación de la ciudad y normalmente son momentos de tensión política entre el público y la administración. Por ejemplo, a los artistas —que se mudan a barrios populares por los bajos precios de los alquileres— les conviene valorar, en momentos críticos, si deben permanecer en el barrio cuando éste sea recualificado y aumenten los precios o bien recordar las razones por la cuales emigraron ahí: los bajos alquileres y el ambiente popular, y buscar una nueva zona con las mismas características para no tener que quedarse y asumir los cambios socioeconómicos del barrio.

La intervención del gobierno de la ciudad en una zona específica es un factor que indica inequívocamente el fin de un ciclo urbano y el comienzo de un proceso de gentrificación, ya que el gobierno, en su papel de gestor del suelo urbano, debe aprovechar los momentos de crisis para fortalecer sus posiciones políticas. De tal suerte que cuando se anuncia la revitalización de cualquier área urbana degradada, a la vez se anuncia su muerte como foco de creatividad y vida democrática, su espacio está a punto de ser cedido a los intereses comerciales de las firmas transnacionales, que atienden las necesidades del mercado, factor característico de la población de alta productividad económica.

Lorenzo Rocha

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