La capacidad de visualización del espacio arquitectónico es una disciplina para la que estamos entrenados los arquitectos y algunos otros artistas como los escultores. Es una habilidad que puede ser transmitida mediante ejercicios sencillos en dos y tres dimensiones, mediante el arreglo lógico de figuras geométricas y sólidos platónicos. En la Facultad de Arquitectura de la UNAM, la materia era impartida durante los años setenta y ochenta por el escultor Mathias Goeritz, a quien conocemos por sus monumentales piezas de arte público como las Torres de Satélite (diseñadas con Luis Barragán), pero también por espacios habitables como su Museo experimental El Eco, donde muestra una capacidad de visualización total de la obra arquitectónica y escultórica combinadas en un solo espacio. Los ejercicios que Goeritz utilizaba para su clase eran claros derivados de la pedagogía que tuvo su origen en la Bauhaus, específicamente las técnicas de enseñanza de dos artistas: su compatriota Josef Albers y el suizo Johannes Itten. Curiosamente ambos artistas centraron sus teorías en el uso del color y publicaron respectivamente dos libros clásicos e indispensables para el estudio del arte moderno: El arte del color y La interacción del color. En ambos textos, incluidos sus ejercicios, el color y la forma determinan las técnicas de enseñanza de la visualización espacial. Quizá no fue coincidencia que Goeritz utilizara colores tan intensos en sus obras públicas, aunque es obvio que también Barragán influyo decisivamente en este aspecto de su producción.
Existe una patología neurológica llamada agnosia visual, que consiste en una alteración de la percepción que incapacita al sujeto para reconocer lugares, objetos o sensaciones que antes le eran familiares. En el estudio de dicha enfermedad, el doctor neurofisiólogo Ulrich Neisser, apunta a una serie de características que impedirían al paciente poder realizar cualquier tipo de visualización espacial: “El sistema cognitivo espacial nos da la capacidad de ‘revisitar mentalmente’, los lugares en los que hemos estado en alguna ocasión sin necesidad de volver a visitarlos, nos capacita incluso para recorrerlos en nuestra imaginación y recordar vivamente los detalles de estos espacios”. Los pacientes que sufren de agnosia visual, pierden esta capacidad y por lo tanto no podrían tener dichos recuerdos. La visualización arquitectónica capacita a los profesionistas del ramo a realizar dichos recorridos y a crear imágenes mentales similares de espacios que aún no han sido construidos y que existen tan solo en nuestra imaginación.
Lorenzo Rocha
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